Francisco Robles
Francisco Robles explora la desaparecida figura del señorito andaluz en la novela ganadora del premio Ateneo de Sevilla
ESCRITOR
El autor sevillano (55) presentó ayer El último señorito (Algaida), la novela con que ganó el premio Ateneo de Sevilla y que retrata la figura en extinción del señorito andaluz, a través de una demanda de paternidad en la actualidad.
El último señorito andaluz y sus correrías de faldas, y una joven investigadora literaria en la Barcelona preolímpica son los protagonistas respectivos de las novelas ganadoras de los premios Ateneo y Ateneo Joven de Sevilla, que se presentaron ayer en Barcelona, de la mano de sus autores, coincidiendo con el 50 aniversario de este galardón que cuenta en su palmarés con nombres como José M.Caballero Bonald, Juan Marsé, Montero Glez o Care Santos, entre otros.
El último señorito, de Francisco Robles (Sevilla, 1963), parte de “un hecho real: la demanda de paternidad de una mujer, hija de un señorito andaluz de los años 50, que quiere conocer la verdad de lo que pasó entonces, y que me sirve para retratar España desde la guerra civil hasta hoy. Una periodista de Barcelona –no hay un solo pueblo andaluz sin familiares en Barcelona– viaja a la zona para, en colaboración con el archivero local, intentar descubrir la verdad. Ella busca una verdad inmediata para sacar en televisión, y él una verdad asentada por el paso del tiempo”.
La novela retrata “una figura que se ha extinguido, la de los señoritos andaluces latifundistas, que a diferencia del burgués catalán, tenían una relación feudal –no comercial– con sus trabajadores. Su origen está en la pretendidamente progresista desamortización, en realidad muy reaccionaria, pues permitió que unas pocas familias ricas, de origen extranjero –Domecq, Osborne, Byass...– compraran por cuatro reales grandes extensiones de tierra. Hoy están tiesos, sólo les quedan los apellidos. Alguno ha sobrevivido convirtiendo su cortijo en un parque temático, cobra entrada a los turistas y les monta espectáculos con toros y caballos”. En la Andalucía actual, “ya no hay ni poderes fácticos, solo manda la Junta, es decir, Susana”, apuntó el autor.
Alba Ballesta (Orihuela, 1991) vivió en Barcelona entre 2009 y 2012. En Distinta Clara, la novela ganadora del Ateneo Joven, narra los pasos de Laia, una investigadora universitaria en pos de la poeta Clara Dubasenca. “Lo que empieza siendo una búsqueda académica –explica– acaba convirtiéndose en una indagación vital, un autodescubrimiento en una ciudad que está, como ella, al borde de algo, la Barcelona antes de los Juegos”.
Los premios Ateneo de Sevilla estuvieron en la órbita de Planeta hasta 1996, cuando, tras desavenencias de esta institución con la editorial de la familia Lara, fue Algaida, sello del grupo Anaya, quien se encargó del galardón.
“Hoy los señoritos están tiesos, los cortijos son parques temáticos, con shows con toros y caballos para turistas”