Los cambios en la Sala Penal no darán pie a giros radicales en el juicio
magistrada de la Sala Penal Susana Polo. Esta juez procede de la izquierda judicial. Sería exagerado decir que su presencia en la Sala, unida al acceso de Martínez Arrieta al frente de la misma instancia, supone un cambio susceptible de variar el rumbo del procedimiento judicial seguido por el caso 1-O. Pero ambas cosas, unidas, pueden introducir factores diferenciales con los equilibrios preexistentes, e introducir matices.
Hay que tener en cuenta que el tribunal que juzgará a los exmiembros del Govern y los exintegrantes de la Mesa del Parlament estará compuesto por siete magistrados. En rigor, el único cambio es el que supone la llegada de Susana Polo, porque el presidente de la Sala Penal ya formaba parte de ella, como magistrado. Por tanto, no hay una variación sustancial de mayorías. En realidad, hay un magistrado que se va –Manuel Marchena– y una magistrada que llega, Susana Polo. Es verdad, en todo caso, que Marchena marcaba mucho la dinámica de la Sala Penal, por su impronta personal y sus formas de gestión, siempre muy próximas a las zanjas procesales en que sus magistrados picaban la piedra de los procesos que tenían asignados. Pero deducir de ahí que el Supremo está ahora más próximo a asumir la tesis del delito de sedición en los hechos del proceso soberanista que aceptar a la del delito de rebelión, sería extraer de los movimientos en la Sala Penal conclusiones muy precipitadas.
En el Supremo ya se vio como un difícil ejercicio de creatividad penal el reciente informe de la Abogacía del Estado. Hasta el momento de elaborar sus conclusiones provisionales, esta acusación había hecho causa común con la Fiscalía en la tesis de que los dirigentes independentistas acusados en el caso 1-O habían cometido un presunto delito de rebelión. En uno de sus autos, el Supremo llegó a decir que cabe la rebelión sin armas. Y que la violencia armada no es la única expresión de los actos violentos. La suerte, por tanto, ni estaba echada con Marchena al frente de la Sala Penal, ni lo está ahora que va a ser sustituido por otro magistrado situado teóricamente a su izquierda, en el eje de las abscisas ideológicas. Lo que sí es seguro es que Martínez Arrieta no va a conducir el proceso del 1-O con iniciativas sorpresivas ni brusquedades. Como también lo es que Marchena se va de la Sala Penal, pero no del Supremo, donde tendrá un despacho que no está muy alejado de los que ocupan los magistrados encargados del juicio contra los procesados por los hechos ocurridos en septiembre y octubre pasado en Catalunya.