Lo que esconde la caída del euro
LA debilidad del euro, que ayer cotizó a su nivel más bajo desde junio del 2017 frente al dólar, tiene un doble efecto positivo para la economía de los países de la eurozona: incrementa la competitividad de sus exportaciones, en una coyuntura de escaso crecimiento, y es también un factor que impulsa la inflación, en línea con los objetivos del Banco Central Europeo (BCE). La cotización del euro llegó a caer en la jornada de ayer hasta los 1,1232 dólares, lo que supone un retroceso del 6,4% en lo que va de año.
El principal factor que explica la debilidad del euro es la fortaleza que exhibe el dólar como consecuencia de la intensa expansión de la economía estadounidense y de las perspectivas de nuevas subidas de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal para frenar las tensiones inflacionistas que ello comporta. La última reunión del Comité Federal del Mercado Abierto confirmó, en este sentido, que habrá más subidas del precio del dinero. Esta tendencia contrasta con la del BCE que, a la vista de la coyuntura de la eurozona, planea prolongar más de lo previsto la actual política monetaria de tipos cero.
Especialmente preocupantes son, en cambio, las otras dos razones que justifican asimismo la debilidad del euro como son el estancamiento de las negociaciones sobre el Brexit y, por encima de todo, la incertidumbre que rodea el presupuesto de Italia y los riesgos que supone para la reducción de su abultada deuda pública.
La crisis italiana, como afirmó ayer el vicepresidente del BCE y exministro de Economía español, Luis de Guindos, ha disparado las preocupaciones por la sostenibilidad de la deuda en la zona euro, tanto en el sector público como en el privado. El fantasma de una nueva crisis de la deuda aparece de nuevo en el horizonte ante la conexión entre los bancos y la deuda soberana en varias partes de Europa, como reconocía también recientemente el Fondo Monetario Internacional. Según Guindos, aunque el contagio hasta ahora ha sido limitado, es una posibilidad que está abierta.
Lo que esconde la caída del euro, más allá de los beneficios a corto plazo que pueda suponer para la economía europea, debe hacer reflexionar sobre las políticas más adecuadas que deben adoptar los gobiernos, incluido el español. Las advertencias del vicepresidente del BCE no deberían caer en saco roto. A su juicio, pese a que los datos fundamentales indican que habrá crecimiento económico durante los próximos dos años, se están generando también nuevos riesgos en el sistema financiero, tanto en la zona del euro como a escala global, a los que hay que estar atentos.