Mark Coussins
CINEASTA Y ESCRITOR
Mark Coussins traza un recorrido fascinante por la historia de la humanidad en el libro Historia y arte de la mirada (editorial Pasado & Presente), donde examina cientos de imágenes y reflexiona sobre las formas de mirar.
El big bang no fue un bang, un estallido, porque no existía ningún medio para que pudieran viajar las ondas sonoras. Pero podía haber sido visto de haber habido alguien. Fue un big flash, el fenómeno más brillante que haya sucedido nunca. Y posibilitó la mirada, recuerda el cineasta Mark Cousins (Belfast, 1965), en el inicio de su fascinante libro Historia y arte de la mirada (editorial Pasado & presente). Toda una historia del mundo, de la humanidad y de su arte a través de cientos de imágenes y agudas reflexiones, a través de nuestra manera de mirar desde la antigüedad a un siglo XXI abarrotado de fotografías y selfies. Unas selfies que para nada ataca Cousins, al contrario. Después de todo la portada de su libro es justamente una vieja selfie, un autorretrato de Gustave Courbet titulado El desesperado en el que el pintor está sorprendido, casi alucinado, mesándose los cabellos, al ver su rostro en un espejo. Y el cineasta añade que Alberto Durero –cuya firma, el famoso logo AD, Cousins lleva tatuado en el brazo– se pintó como un Cristo, “porque pensaba de sí mismo así e hizo uno de sus primeros autorretratos completamente desnudo de cuerpo entero, lo que tuvo que hacer sumando varios espejos porque entonces no había espejos de cuerpo entero. Estaba obsesionado con su cuerpo”.
“Courbet –prosigue– era un exhibicionista, Frida Kahlo era una exhibicionista. Durero también. Ellos querían verse a sí mismos en el mundo y, adivine qué, eso es exactamente lo que las selfies son. Te quieres ver a ti mismo frente a la Sagrada Familia, frente a la Torre Eiffel, es lo mismo. Estamos sorprendidos por el hecho de estar vivos y queremos guardarlo. Esto es el mundo, estoy en él. Mírame en un momento de alegría con amigos, tratando de capturar de felicidad para recordarlo. Para algunos el exhibicionismo es algo terrible y yo no lo veo así, el narcisismo sí lo es. El exhibicionismo es humano. Y honesto”.
En ese sentido Cousins, autor de la serie La historia del cine: una Odisea, sabe que de hecho hoy existe una gran inquietud por el alud de imágenes en el que vivimos, el mundo con más imágenes que mirar de la historia. “Hay ansiedad, mucha más que cuando se inventó la fotografía, entonces la gente discutió si era bueno o malo, pero no supuso un terremoto similar a la llegada del mundo digital, de Facebook, Skype. Todo lo que pensábamos que era real está bajo cuestión. Le enseñaré algo”, dice. Y por sorpresa abre su bolso y aparece una gran bota de piel negra... que perteneció a Orson Welles. “Hemos visto imágenes de Welles muchas veces, pero ver su bota real, su tamaño, el grosor de su
LA MIRADA DIGITAL
“Para algunos el exhibicionismo de las selfies es algo terrible; yo creo que es humano y honesto”
LA MIRADA PICTÓRICA
“Courbet, Frida Kahlo o Durero eran exhibicionistas, querían verse a sí mismos en el mundo”
tobillo, porque tenía una enfermedad que los hacía muy grandes, cuando ves que tenía pies planos –y extrae una plantilla de dentro–, mirar a las cosas en el mundo real es tan tangible, tan emocional, que nos preocupa cuando mirar se convierte en más digital y abstracto, por eso escribí el libro”.
“Yo no estoy preocupado. Hay nuevas maneras de acosar a la gente online, hay padres preocupados de que sus hijos gastan más tiempo frente a las pantallas, son ansiedades habituales, especialmente entre las clases medias educadas que siempre han valorado los libros y las palabras más que las imágenes, pero pienso que eso es un tipo de nostalgia y creo que nuestras pantallas modernas presentan tantas ventajas como desventajas. Si eres un abuelo y tu nieta está en Australia la puedes ver continuamente, cada día si quieres. Yo vengo de Irlanda, con larga tradición de emigración, donde la gente no se veía en años. La tecnología digital parece fría y dura, pero tiene un gran potencial de conexión humana. Se trata de cómo la usamos. Sus ventajas son más. Volviendo a las selfies, para algunos son algo vacío. Pero es la primera vez en la historia humana que todo el mundo puede hacer fotografías. De nuevo son clases medias las que dicen que si todo el mundo puede hacerlo debe estar vacío, no puede ser sofisticado. Yo tuve el beneficio de una educación, pero soy muy suspicaz de los que son elitistas o esnobs hacia la cultura. Hay mucho de ‘si todo el mundo lo hace debe estar mal’, por lo menos en Reino Unido”.
“En parte el libro nació de las ganas de contrarrestar esta actitud esnob de mirar”, sonríe, pero sobre todo, añade, “nació de que vengo de un país católico, y estoy muy habituado a las imágenes, la imaginería. En la escuela era un mal lector pero muy bueno con las imágenes. El equipo de fútbol estaba lleno de gente igual, las escuelas de ingeniería, los colegios de arte, y es una manera de decir que la cultura visual importa tanto como la verbal. La idea de que al principio fue el verbo no es verdad, llevó mucho tiempo antes de que la palabra llegara. Y esto es un intento de iluminar la historia de la humanidad a partir de una pregunta: quién miró y cómo. Y es curioso ver que los grandes observadores, los mejores mirando, con frecuencia fueron acosados, tuvieron enfermedades en la infancia o fueron marginados, gente no manifiestamente segura de sí mismo, lejos de los centros de poder. Piense en Copérnico. Newton fue acosado en la escuela. El emperador Akbar era disléxico. Leonardo, marginado por su sexualidad. Se observa mejor desde los márgenes”. El propio Cousins, increíblemente agudo en sus observaciones del libro, sufrió
bullying en la escuela.
Y aunque, recuerda, nuestro ojo no ha cambiado mucho, sí vamos acumulando una rica historia. “Durante mucho tiempo en la historia humana sólo mirábamos cosas reales en un mundo real, natural. Luego comenzamos a construir cosas como las ciudades y las catedrales. Y una catedral es una idea. Empezamos a mirar cosas que eran ideas y no cosas naturales. Y luego cuando llegó la fotografía no mirábamos las cosas sino sus representaciones. Y cuando miras la fotografía de una catedral la cosa se complica porque miras la representación de una idea. Mirar se hace más complejo a medida que lo hace el mundo. Luego ves que puedes manipular las imágenes y esas imágenes pueden ser una mentira. Es más complicado entender la mirada ahora que hace cien años”, señala.
Y dice que necesitamos aprender buena cultura visual en la escuela igual que aprendemos catalán o matemáticas. “Necesitamos una revolución en el sistema educativo. Necesitamos enseñar a los niños cultura visual. A la edad de ocho años en las clases con grandes pantallas podemos poner imágenes de Pokemon, o del último programa infantil, o de una hamburguesa del McDonald’s o de su imaginario de ese momento. Son imágenes divertidas a partir de las cuáles pueden hablar de sus sentimientos, de qué les gusta, de qué no. Y el profesor puede ayudarles a entender cómo funciona la imagen. Yo tengo una fundación junto a la actriz Tilda Swinton llamada 8 ½ dedicada a introducir en el mundo del cine a los niños de esa edad, que es cuando nos enamoramos del cine, cuando no tratas de ser guay y tienes la mente más abierta, esponjosa. Hice un filme en Irak dando a los niños de nueve o diez años cámaras simples , sin enseñarles nada. Les pedí que grabaran su vida. Y grabaron cosas remarcables. Como decía Picasso, todos los niños son artistas”.
MIRADAS DESDE EL MARGEN
“Los mejores observadores fueron gente que había sido acosada, marginada, no estaba en el centro”
CAMBIOS EN LA ENSEÑANZA
“Hace falta una revolución en el sistema educativo, debe enseñarse cultura visual”