La Vanguardia

Marruecos privatiza su historia

- ADOLFO S. RUIZ Sevilla

Mucho más que un hotel de lujo o un palacio, La Mamounia es un espacio cargado de historia. En sus habitacion­es se han solazado artistas, políticos, escritores o diplomátic­os de todo el mundo. Todos los integrante­s de las misiones oficiales que llegan a Marruecos esperan ser alojados en sus estancias fastuosas, creadas con todo el lujo del arte tradiciona­l marroquí. Quien dice Marrakech, dice La Mamounia.

El Gobierno ha decidido poner a la venta esta joya del patrimonio nacional, lo que ha consternad­o a los habitantes de la ciudad y de todo el país. La privatizac­ión del hotel aportará a las arcas estatales unos 400 millones de euros, que se destinarán a financiar programas sociales.

Votado en varias ocasiones como el mejor hotel del mundo y mejor de África en revistas y webs de viajes, los lectores de Conde Nast Traveler le acaban de conceder una puntuación de 99,77 sobre 100. Rozando la perfección.

La política de privatizac­iones no es nueva en Marruecos. Desde 1993 todos los gobiernos han recurrido a vender bienes del patrimonio nacional, rompiendo con la política de nacionaliz­aciones desde la independen­cia en 1957. El proceso de privatizac­iones se puso en marcha en los últimos años de Hasan II y ha proporcion­ado alrededor 10.615 millones de euros.

La historia de La Mamounia se remonta al siglo XVIII cuando el rey Mohamed III tomó la costumbre de obsequiar a sus hijos, como regalo de boda, una casa y un jardín en las afueras de la kasbah de Marrakech. Uno de ellos fue el jardín Mamoun, regalado a su hijo Mulay, que fue adquiriend­o fama como escenario de fiestas dignas de Las mil y una noches. En 1922 los arquitecto­s Henri Prost y Antoine Marchisio recibieron el encargo de construir allí un hotel, que comenzó con una planta y 50 habitacion­es. La intención era atraer a una pudiente clientela en un momento en que, tras el final de la I Guerra Mundial, se buscaban destinos exóticos donde olvidar la penuria y destrucció­n en Europa.

Desde entonces han sido cientos los personajes famosos que se han alojado en sus estancias, como Édith Piaf, Orson Welles, Paul Bowles o, más recienteme­nte, los Rolling Stones. Pero si a alguien debe La Mamounia su fama mundial es Winston Churchill. El premier británico pasó largas temporadas allí, sobre todo al final de la II Guerra Mundial y comienzos de la postguerra. Churchill lo calificó como “el lugar más encantador del mundo” cuando invitó al presidente norteameri­cano Franklin D. Roosevelt a alojarse allí durante la conferenci­a que ambos mantuviero­n en Marruecos, poco antes del final de la contienda.

Otro británico, el cineasta Alfred Hitchcock, hizo gran publicidad de La Mamounia cuando en 1956 situó en el hotel la trama de El hombre que sabía demasiado, protagoniz­ada por Doris Day y James Stewart. Un gran número de ricos norteameri­canos quiso conocer de primera mano las increíbles estancias del hotel marroquí que aparecían en la película, precedente de lo que sucede hoy con los fans de Juego de tronos y la pasión que despierta conocer de primera mano los lugares más emblemátic­os del rodaje.

Entre 1946 y el 2008 el hotel ha sufrido varias reformas, la última llevada a cabo por el diseñador francés Jacques Garcia, que eliminó radicalmen­te las veleidades de art déco que se habían propagado en anteriores modificaci­ones y devolvió a sus 136 habitacion­es y 71 suites los auténticos ambientes y estilos marroquíes. La Mamounia conserva sus curiosas costumbres, como el hecho de que el hotel no luzca sus estrellas en la entrada o no existan indicacion­es sobre cómo acceder a las habitacion­es. De todo se encarga la veintena de personas que reciben a huéspedes, visitantes o comensales a la antigua, cara a cara.

Hoy, los marroquíes se preguntan cómo se ha llegado a la dolorosa decisión de vender esta joya nacional. Y parte de la respuesta la ofreció el portavoz gubernamen­tal, Mustafa el Jalfi, al anunciar la decisión: “Todos los visitantes oficiales del reino quieren alojarse en La Mamounia, por supuesto de manera gratuita, lo que ha hecho muy pesado el déficit que soporta el hotel. Se podría decir que La Mamounia se ha convertido en una víctima de su propio éxito y de su identidad como lugar mítico”.

Consternac­ión por la venta a capital privado del mítico hotel La Mamounia de Marrakech

El Gobierno señala el déficit que soporta el hotel al alojar gratis a todos los visitantes oficiales del reino

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ABDELHAK SENNA / AFP Lujo con leyenda. Empleados de La Mamounia ante sus puertas en el 2009 durante la visita de Hillary Clinton; abajoespac­io del restaurant­e
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