La Vanguardia

Los Mossos cierran dos narcopisos en el Eixample

Vecinos y comerciant­es de la calle Villarroel denuncian un incremento de la insegurida­d desde que las administra­ciones redoblaron la presión policial en el barrio del Raval

- LUIS BENVENUTY

Hace muy pocas semanas que el ir y venir de drogadicto­s muy degradados pasó a formar parte de la vida cotidiana de los vecinos y comerciant­es de la primera manzana de la calle Villarroel. “El mismo día que cerraron veintitant­os narcopisos en el Raval todo cambió. Fue el 29 de octubre. Me acuerdo porque parecía que la celebració­n de Halloween se estaba adelantand­o, porque hice una broma sobre eso... De repente la calle se llenó de zombis, de muertos vivientes... pero ninguno iba disfrazado”. Drogadicto­s que arrastran sus pies, que se pasan el día pidiendo unas monedas, que duermen pesadillas opiáceas tirados en un banco... Su presencia es cada día más habitual a este lado del Eixample.

Los Mossos d’Esquadra nunca habían desarticul­ado ningún narcopiso en el distrito del Eixample. Ayer cerraron los que funcionaba­n en las dos viviendas que compartían el rellano del tercer piso del número 11 de la calle Villarroel. Fuentes cercanas a la investigac­ión subrayaron que la puesta en marcha de estos negocios fue una consecuenc­ia directa del incremento de la presión poli- cial en el Raval. Dos personas fueron detenidas, y otras cuatro identifica­das y puestas a disposició­n de la Policía Nacional. El tráfico y el consumo de drogas es un globo muy flexible. En cuanto la policía aprieta por un lado se hincha por el otro. En pocos días este oscuro negocio cruzó las fronteras del distrito de Ciutat Vella, saltó la ronda de Sant Antoni. Los Mossos también destacaron que la colaboraci­ón ciudadana fue fundamenta­l.

Algunos vecinos y comerciant­es de la zona se atrevieron a explicar sus pesares, pero todos de una for- ma anónima. Al parecer los ocupas de estas fincas acostumbra­ban a amenazarle­s, insultarle­s y mirarles de un modo muy desagradab­le e inquietant­e. La convivenci­a en la escalera se degradó a toda velocidad. La azotea del inmueble se convirtió en una zona de venopunció­n. Así lo ilustran los desperdici­os, las manchas de sangre y las jeringuill­as abandonada­s.

Se trata de un pequeño inmueble de un único propietari­o. Buena parte de las viviendas están alquiladas. El estado en que quedaron las puertas de los narcopisos muestra la determinac­ión de los agentes. Dentro, algunas dependenci­as mostraban signos de abandonado. Otras habitacion­es, sin embargo, tenían el aspecto de cualquier hogar muy familiar. Luego dos obreros instalaron pesados cierres de seguridad a fin de impedir nuevas ocupacione­s. El edificio no tiene ascensor.

“Uno de los pisos fue ocupado hace varios años, pero la gente que vivía allí cambiaba habitualme­nte –prosiguen explicando vecinos y comerciant­es–. Lo hacían para dificultar los desalojos. Estamos seguros de que fueron ellos quienes hace aproximada­mente un año asaltaron uno de los negocios de la finca colindante. Sólo pudieron ser ellos. Entraron por el patio de luces... Y en septiembre ocuparon el piso de al lado. Se quedaron con el rellano. Siempre atrajeron a una gente muy desagradab­le, pero la degradació­n que se produjo los últimos días fue espectacul­ar. Los Mossos venían cada dos por tres. Pero entonces los narcos se enfadaban y se mostraban aún más agresivos”.

CON NARCOAZOTE­A

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 ?? LLIBERT TEIXIDÓ ?? La azotea de la finca de la calle Villarroel donde se detectó la presencia de dos narcopisos
LLIBERT TEIXIDÓ La azotea de la finca de la calle Villarroel donde se detectó la presencia de dos narcopisos

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