El cónsul de Rubén Darío
Heredero de una larga tradición de diplomáticos literatos o viceversa, como Octavio Paz, Agustín de Foxá, Romain Gary o Washington Irving, el cónsul general de Japón en Barcelona, Naohito Watanabe, es un reconocido experto sobre la obra de Rubén Darío (otro que fue diplomático), de quien ha traducido al japonés Azul… y Viaje a Nicaragua e Intermezzo Tropical, amén de cultivar, como ocho millones de sus compatriotas, la tradición poética de los haikus.
Watanabe disertó ayer en el Círculo del Liceu sobre su pasión literaria y diplomática, en un momento en el que se celebra el 150.º aniversario del establecimiento de las relaciones institucionales entre Japón y España.
Recordó con emoción la razón y el día en el que se interesó más a fondo por la figura de Darío. Fue en 1991 cuando estaba destinado al país del maestro modernista, y paseaba por Granada, de visita a las Islas de Managua. Una niña de unos ocho años, cabellos rubios, tez morena y ojos negros, harapienta, sola y descalza, se le acercó y en vez de pedirle limosna (como él creyó que pasaría) empezó a recitar A Margarita Debayle :“Margarita está linda la mar, y el viento...”.
“En ese momento se me puso la piel de gallina”, reconoció ayer el diplomático.
Explicó también los primeros vínculos de Japón con Catalunya. Se remontan a mediados del siglo XVI, cuando un líder samurái cristiano envió a tres de sus discípulos al Vaticano. De camino, visitaron Barcelona y el monasterio de Montserrat.