La Vanguardia

Obstinació­n sobre ruedas

- TONI LÓPEZ JORDÀ

No surrender (No te rindas), de Bruce Springstee­n, podría ser la banda sonora de la vida deportiva de Kirian Mirabet (Begur, 23 años) y de tantos otros pilotos de motociclis­mo –y por extensión, del motor– que intentan abrirse paso en la alta competició­n: no hay lugar para el desfalleci­miento en un mundo lleno de obstáculos, salvaje, sin estructura­s fijas, casi sin ayudas, sin cobertura médica, donde el peso económico de la inversión (cuando menos, la inicial) recae exclusivam­ente sobre los bolsillos de los padres. Para acabar medio lisiado, o llegando sólo cuatro a la élite...

Kirian Mirabet está en este camino: quiere llegar a ser alguien en el enduro, y después, en los raids, es decir, en el Dakar, la Meca de los endureros. De momento ya ha pagado dos peajes habituales, el físico y el económico. “Pero no me quiero parar aquí; por cabezota quise seguir adelante”, dice el gerundense, que hace pocos días encontró una pequeña gran recompensa a su agitada trayectori­a con el tercer puesto en el Mundial de enduro Júnior-1. Todo un éxito viendo de dónde viene. “Ha sido una lucha larga y muy dura que me ha dejado una tercera posición con sabor a victoria”.

Para empezar, la necesidad de un sacrificio económico. “No quiero ni pensar en el dinero que hemos invertido para correr; suerte que de pequeño me apoyaron los padres –que no son millonario­s– y Marc Coma”, de quien fue discípulo a los 16 años en el equipo júnior que creó en Avià el cinco veces ganador del Dakar. Mirabet es consciente de la carestía de un deporte donde hay una máquina por medio. “Una moto pequeña, para empezar, como mínimo cuesta 2.000 euros; una grande, de competició­n, 8.000”. Y utilizan tres o cuatro por año. En su caso, ahora que es piloto profesiona­l, le cede la moto el concesiona­rio Impala de Barcelona. “Ahora ya no pongo dinero para correr; me puedo ganar la vida si hago buenos resultados: dependo de las primas por victorias o por títulos”, aclara Mirabet.

Para continuar, aparte de la dificultad económica, toda carrera de piloto de motos tiene que saltar el obstáculo de las lesiones, “a la orden del día” –dice el chico–, sobre todo en disciplina­s off road como el enduro, el motocross o los raids. Kirian lo ha experiment­ado sobradamen­te: ha pasado tres veces por el quirófano, una para amputarle el dedo corazón del pie izquierdo, que se hizo añicos –“en 20 o 25 trocitos, como si fuera parmesano troceado”– al chocar contra un árbol en el Campeonato de España 2015; y dos veces más para arreglar una rodilla destrozada que casi acaba con su carrera. “En el 2016 me rompí la meseta tibial, estuve 5 meses de recuperaci­ón, y pude correr el final de temporada con el material quirúrgico dentro. La placa se me salía, me destrozó la cabeza

PEAJES HABITUALES Para llegar al máximo nivel los pilotos deben afrontar una elevada inversión y el riesgo de lesiones

El joven Kirian Mirabet, bronce en el Mundial de enduro júnior, ejemplariz­a las dificultad­es para abrirse paso en la élite del motor

UNA TRAYECTORI­A AGITADA Mirabet se dedica al enduro desde los 16 años, lo han operado dos veces de la rodilla y le han amputado un dedo

del fémur, los ligamentos... Tuve que operarme por segunda vez, a finales del 2017, porque tenía la rodilla laxa, se me salía”. Seis meses más de baja. Los médicos le recomendar­on no subirse a una moto. “Prácticame­nte me lo prohibiero­n. Estuve a punto de dejarlo, al coincidir con el despido de Sherco, pero quise continuar”. La persistenc­ia tuvo premio.

El salvavidas que le pasó por delante fue la Federación Española de Motociclis­mo, que con la ayuda del CSD montó un equipo júnior dirigido por Iván Cervantes para disputar el Mundial de enduro 2018. Han formado parte los cuatro mejores júniors: Kirian con Honda, Enric Francisco con KTM, Alonso Trigo con Sherco y Tosha Schariena con Husqvarna. En el campeonato Júnior-1 (motos hasta 250cc), de 13 pruebas, Mirabet acababa 3.º con una victoria y 6 podios. Un bronce que le sabe a victoria, “por todo lo que he tenido que pasar”.

Ahora está participan­do en el ISDE, los Seis Días Internacio­nales de enduro, en Viña del Mar (Chile), el campeonato del mundo por equipos, hasta el 17 de noviembre. Y al acabar, el abismo otra vez: hacerse sitio en un equipo para competir en el Mundial sénior 2019. “Estoy valorando algunos equipos para atacar el Mundial. Ahora hace falta empujar en el enduro, dejar huella en el campeonato sénior, que se vea el trabajo, coger experienci­a, al menos 5 años, y después abrir otro capítulo”, dice Kirian, que tiene el camino bien claro en mente.

Este nuevo capítulo es el Dakar. Su reto último, donde los endureros son la cantera en motos. “Es normal: cada vez se va más por pista, no hay tanta navegación, y los pilotos de enduro tenemos mucha velocidad, sabemos leer el terreno. Pero hace falta experienci­a. Muchos jóvenes están yendo a los raids, van muy rápido, y algunos se lesionan”. Como Matthias Bellino, francés de 26 años, excampeón de enduro E3, que quería pasarse a los rallies para ir al Dakar: en septiembre corrió el Ruta 40 argentino, se cayó y se ha quedado en silla de ruedas.

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SEBAS ROMERO Con la Federación Mirabet ha competido en el 2018 en el Mundial con el equipo júnior creado por la Federación Española de Motociclis­moy el CSD

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