LA CIUDAD RESILIENTE, LA MÁS 'SMART' DE TODAS
Nos adentramos en unos días en que, viviendo en Barcelona, vamos a escuchar repetidamente el concepto smart city. Parece que ya (¡y por fin!) es de consenso universal que en cualquier definición del concepto se mencione, de una forma u otra, la idea que el uso de la tecnología en el funcionamiento de la ciudad tiene una única finalidad: la mejora de la vida de sus habitantes.
En un mundo mayoritariamente urbano, en el que los principales retos de las ciudades son demográficos, sociales, medioambientales y económicos, como son la sobrepoblación, la inequidad, el impacto del cambio climático, y las enfermedades, sobreentendemos que la tecnología, por si sola, no es suficiente.
Así que, la ciudad smart no puede ser otra que aquella que está preparada para hacer frente a los desafíos urbanos presentes y futuros. En otras palabras, la ciudad inteligente es aquella capaz de fortalecer su resiliencia urbana, adaptarse y estar lista para el cambio.
Una ciudad resiliente evalúa, planifica, actúa y se prepara para responder a cualquier riesgo, tanto repentino como de evolución lenta, esperado o inesperado. Y, para ello, es necesario la innovación y la tecnología bien aplicada.
En ONU–Habitat, la agencia de las Naciones Unidas dedicada a mejorar las condiciones de vida en las ciudades, trabajamos para apoyar a los municipios en la construcción de resiliencia urbana a través de metodologías y herramientas innovadoras.
En Barcelona, sede del Programa de Perfiles de Resiliencia Urbana de ONU–Habitat (CRPP por sus siglas en inglés), se realizan análisis y diagnósticos detallados de ciudades de varias partes del mundo. Los resultados facilitan el análisis de los aspectos de la ciudad que hay que fortalecer en caso de amenazas ante fenómenos naturales, medioambientales, sociales, económicos o crisis humanitarias. También se elaboran recomendaciones de las potenciales acciones que se deberían llevar a cabo para minimizar los impactos negativos. La protección de vidas humanas, pérdidas económicas y naturales requiere de instituciones locales fuertes y habitantes capacitados para enfrentarse a nuevos retos.
Poner a los ciudadanos en el centro de las políticas locales e involucrar a todos los actores en la toma de decisiones es el primer paso para la construcción de una resiliencia urbana.
La resiliencia urbana debe contar con el apoyo de nueva tecnología, para integrar y potenciar la participación e involucración de la ciudadanía como parte del proceso para conseguir una ciudad smart y resiliente.
Barcelona, una de las principales ciudades colaboradoras del Programa CRPP de ONU–Habitat, ha seguido este camino. La ciudad lleva varios años trabajando en su modelo de resiliencia urbana para reducir sus vulnerabilidades a través de acciones preventivas. La inquietud de la ciudad por seguir avanzando le ha permitido ser un referente global y estar en contacto con otras iniciativas. A la vez, Barcelona ha ido tejiendo una red de relaciones con ciuda-
La resiliencia urbana debe contar con el apoyo de nueva tecnología, pero no hay ciudad resiliente sin ser smart, ni posibilidad de futuro urbano sin ser resiliente
des para favorecer el intercambio de conocimientos y buscar referencias en el tratamiento de los retos planteados.
Esta semana, entenderemos que no hay ciudad resiliente sin ser smart, ni posibilidad de futuro urbano sin ser resiliente. Es por eso que, durante estos días, entrelazamos dos encuentros relevantes y globales que permiten este cruce de miradas: la Barcelona Resilience Week, organizada por ONU–Habitat, y el Smart City Expo World Congress.
En ambos eventos, representantes de ciudades, organizaciones, academia, empresas y pensadores intercambiarán experiencias para avanzar en la creación de ciudades más sostenibles y, sin duda alguna, más resilientes.
Avancemos conjuntamente en este camino para la mejora de vida y oportunidades de todas las personas.