Amalgama creativa
Alain Platel lleva a Temporada Alta su polémica ‘Requiem pour L.’
El festival Temporada Alta presenta Requiem pour L. , un montaje a partir de la obra de Mozart en el que además de música sacra, hay ópera, jazz y, sobre todo, ritmos africanos, en el que el gran coreógrafo belga Alain Platel vuelve a trabajar con el músico y compositor Fabrizio Cassol.
Un himno por los muertos repleto de vida. Un Réquiem, el de Mozart, en el que además de ópera hay jazz y, sobre todo, ritmos africanos. Toda una celebración de la vida pero con la muerte enfrente, cara a cara. Es Requiem pour L., un montaje en el que el gran coreógrafo belga Alain Platel vuelve a trabajar con el músico y compositor Fabrizio Cassol, con el que ya creó la magnífica Coup fatal .En Coup fatal músicos congoleses mezclaban las polifonías africanas con Bach o Vivaldi en una explosión de felicidad escénica. Y ahora muchos de aquellos músicos y cantantes regresan mañana y pasado al Teatre Municipal de Girona con un ritual de duelo de nuevo cuño, ni europeo ni africano. Un Réquiem inesperado, en el que mientras en escena los músicos y cantantes transitan de la música y la lírica clásica europeas a las africanas con la mayor naturalidad, tras ellos una mujer muere. De verdad.
Tras ellos se proyecta en una gran pantalla la muerte grabada de una anciana que ha escogido la eutanasia para despedirse. Y de la que el público ve el rostro durante sus últimos 100 minutos, lo que dura el espectáculo, mientras la acompañan, a veces hablan con ella, a veces le acarician el cabello. Unas imágenes que ganan peso a partir del momento en el que los cantantes, músicos y bailarines se giran hacia la pantalla, la miran y meten al público dentro. Un público que en su estreno en el Concertgebouw de Brujas, contra el mito de la frialdad de la audiencia del norte de Europa, se puso como un resorte en pie nada más acabar y aplaudió largamente.
“Es una celebración de la vida a través de esta música increíble. El inicio del montaje es de hecho la música. Nació a partir de una conversación durante Coup fatal en la que hablamos de la muerte y pensé en hacer algo tomándola de cara”, explica Platel. Cassol añade que “la proposición de trabajar sobre el Réquiem era una buena puerta abierta para el espectáculo porque Mozart no lo concluyó y mirando el manuscrito se pueden ver todas las escrituras diferentes, lo que no pertenece a Mozart. Era una puerta para unir otros afluyentes y crear una ceremonia. Así comenzó la aventura”.
Comienza a trabajar la música como un puzzle y cuando Platel escucha los primeros ritmos del nuevo Réquiem tamizado por Cassol, entiende que “es algo extremadamente fuerte y tenía que ver qué podía hacer tan fuerte pero sin chafarla. También quería continuar el trabajo hecho en Coup fatal, donde había una alegría de vivir muy presente y que en el contexto de la muerte no resultaba evidente”. Sobre todo en los rituales de duelo europeo, pero los músicos africanos con los que trabajan les explican que allí está acompañado de rituales “que festejan, celebran la vida, más felices y vivos que los que conocemos en Europa”.
Y Platel explica que en Requiem pour L. ha jugado todo el tiempo con contrastes. Entre lo público y lo privado, el individuo y el colectivo. Por ejemplo con un decorado que hace referencia al monumento del Holocausto de Berlín pero en cuyas columnas hay muchos individuos. También ha usado “las referencias que los músicos me pudieran dar sobre sus experiencias de duelo”. Y, sobre todo, decidió “poner una imagen audaz, para invitar al público a confrontar a alguien en proceso de morir”. Para ello, “contacté con un amigo doctor muy comprometido en los cuidados paliativos. Le pregunté si existían ese tipo de imágenes, pero él quiso que hiciera un viaje con él a encontrar a gente que se enfrentaba a su muerte. En él encontré a Lucie L., que entró en el juego. Era una amiga del doctor que me conocía y conocía mi trabajo y me invitó a hablar de la posibilidad de filmar su muerte y usar las imágenes. Un trabajo delicado y muy difícil porque teníamos cuestiones éticas y no sabíamos si los músicos serían capaces de vivir esto cada tarde. Ni si el público se podía enfrontar. Poco a poco hemos hecho este espectáculo con las imágenes hasta el fin. El público en general es muy abierto”. Unas imágenes y una música con las que “de hecho se crea un nuevo ritual de duelo”.
Platel confiesa que “ha habido un periodo de cuatro cinco años en el que me he enfrontado en la vida personal con gente que moría, como mi padre. Todo eso estaba ahí, y me ha influido mucho. Lo he vivido como un momento con una tristeza inmensa que surgía y no conocía. Y a la vez una fuerza que entraba. Un momento muy ambivalente que al fin me ha dado una fuerza enorme, y que ha sido posible por este viaje con los músicos que he compartido con el público”, concluye.
Detrás de los músicos y los cantantes se proyecta en una gran pantalla la muerte grabada de una anciana