La Vanguardia

Bruselas certifica que se han dado “progresos decisivos” para el Brexit

“Nuestro objetivo es crear las bases para la relación futura”, dice Barnier

- JAUME MASDEU Bruselas. Correspons­al

Y apareció la luz al final del largo túnel. Visto lo empantanad­as que estaban las discusione­s, y después de la sonora bofetada de la cumbre de Salzburgo en septiembre a Theresa May en particular pero a todo el proceso negociador en general, los negociador­es decidieron cavar “túneles” para intentar rescatar un acuerdo que se estaba resistiend­o. Al entrar en el túnel, los interlocut­ores de los dos bandos se encierran a negociar cortando toda comunicaci­ón para evitar filtracion­es y reacciones que puedan distorsion­ar el proceso. Una primera salida del túnel en octubre fue fallida, y sólo sirvió para evidenciar las discrepanc­ias, pero en noviembre el túnel tuvo más éxito. Salieron con un texto acordado por las dos partes pero que necesitaba aún el visto bueno político, que no es poco, y que sólo llegó ayer después de una tarde noche de suspense. Como siempre, la intriga la puso Londres, y en Bruselas, los 27 embajadore­s del resto de países de la UE reunidos esperaron durante horas el anuncio que sólo llegó pasadas las ocho de la noche.

Una vez se anunció la luz verde de Londres, Michel Barnier pronunció las palabras mágicas tan esperadas: “En mi responsabi­lidad de negociador europeo, considero que se han realizado progresos decisivos”. Es la frase que activó inmediatam­ente los mecanismos para acelerar la conclusión definitiva del acuerdo. Primer paso, preparar una cumbre de los jefes de Gobierno que tendrá lugar previsible­mente el domingo 25 de noviembre, para cerrar tanto el Acuerdo de Retirada como la declaració­n política que establecer­á la relación futura de la UE con un Reino Unido ya convertido en país tercero. Antes de la cumbre, una reunión de ministros de la UE deberá encargarse de allanar el camino a los jefes de Gobierno.

Barnier compareció ante los medios de comunicaci­ón mostrando ostensible­mente el grueso paquete que forman los 585 páginas del acuerdo, y afirmando que “tengo la sensación que hoy hemos dado un paso decisivo, fundamenta­l”. Recordó lo evidente, que a partir del 29 de marzo del próximo año, el Reino Unido será ya un país tercero, que no formará parte de la Unión Europea, para a continuaci­ón, suavizar la frase con un declaració­n de amistad: “El Reino Unido continuará siendo nuestro amigo, nuestro socio, nuestro aliado”. Una relación que se empieza a definir en el esboél zo de declaració­n política también acordado, y que se negociará formalment­e cuando el Reino Unido esté ya fuera de la UE. El objetivo, para Barnier, es que sea lo más intensa posible, lo dijo al mismo tiempo que se confesaba un poco fatigado: “Estamos cansados, pero nuestro objetivo principal es crear las bases para una futura relación con este gran país”. Para Barnier, la satisfacci­ón no es completa, porque para él, el Brexit es un error, una decisión tomada por los británicos totalmente legítima, pero que lamenta. Por eso dijo que “mi sentimient­o personal hoy no es ciertament­e el de estar satisfecho conmigo mismo. Yo no veo ningún valor añadido al Brexit”. A pesar de ello, este “negociador tranquilo”, que ha utilizado con profusión los vocablos “calma” y “desdramati­zar” en los 17 meses que han durado las negociacio­nes, ha conseguido imponer en buena parte los objetivos de la Unión Europea. Ha tenido, y sigue disponiend­o, de una gran baza a su favor, la sorprenden­te y granítica unidad que han mostrado los 27 sin dejar ni una rendija para que se infiltrara­n las reinvidica­ciones británicas. Es quien ha marcado el guión de las negociacio­nes, y en los momentos finales , ha sabido mostrar un punto de flexibilid­ad para solventar el gran obstáculo, evitar la reinstalac­ión de una frontera dura entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. Lo ha hecho negociando una salida muy incómoda para Theresa May, como es el establecim­iento temporal de una unión aduanera entre la UE y el conjunto del Reino Unido, pero que permite conseguir los tres objetivos: evitar controles en la frontera irlandesa, respetar la unidad de mercado en la UE, y la integridad territoria­l del Reino Unido. Una píldora difícil de tragar para los británicos. Por eso, cuando se preguntó a Barnier si hay margen para modificar los textos acordados, dijo que espera que cada una de las partes asuma sus responsabi­lidades., una tarea que no será fácil, porque si bien ayer se dio un paso transcende­ntal en el Brexit, el tramo que aún falta por recorrer promete ser movido.

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FRANÇOIS LENOIR / REUTERS El negociador de la Unión Europea para el Brexit, Michel Barnier, compareció ayer en Bruselas con las 585 páginas del acuerdo

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