La Vanguardia

Las perlas de María Antonieta

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

María Antonieta fue previsora. Presagió su negro destino –la guillotina– y quiso poner a salvo algunas de sus joyas más preciadas. Diez de estas piezas fueron subastadas ayer por Sotheby’s en Ginebra. La más valiosa, un colgante compuesto por una enorme perla natural, un diamante de gran tamaño y otro adorno de piedras preciosas, fue adquirido por 32 millones de euros. Un collar de perlas fue comprado por casi 1,7 millones.Un broche alcanzó 1,5 millones. Los bellos pendientes se adjudicaro­n por bastante menos, sólo 316.000 euros.

La subasta, bajo la rúbrica de “Joyas reales de la familia Borbón-Parma” y que se prolongó durante casi cuatro horas, estuvo precedida por una campaña publicitar­ia internacio­nal. Los futuros compradore­s pudieron contemplar estos tesoros en breves exposicion­es en Londres, Nueva York, Hong Kong, Milán y Munich. Según Daniela Mascetti, vicepresid­enta de Sotheby’s, ha sido “una de las más importante­s coleccione­s de joyería real que jamás han llegado al mercado, y cada joya está cargada de historia”. Nunca se habían visto en público. Según Mascetti, además de la belleza como trabajo de orfebrería, la colección “ofrece una mirada fascinante a las vidas de sus propietari­os, hace centenares de años”.

El periplo de las joyas subastadas se inició en marzo de 1791. La familia del rey Luis XVI ya planificab­a su huida de Francia, en plena revolución. Según el relato de la dama de compañía de María Antonieta, madame Campan, la reina se pasó una tarde, en el palacio de las Tullerías, empaquetan­do entre algodones sus diamantes, rubíes y perlas. Luego colocó las joyas en un cofre de madera. Pocos días después, el cofre fue expedido a Bruselas, donde reinaba la hermana de María Antonieta, la archiduque­sa María Cristina. Mimi. De las joyas se hizo cargo el conde Mercy Argentau, exembajado­r austríaco en París, un hombre de la plena confianza de María Antonieta. Él fue quien las envió a Viena, la ciudad natal de la entonces reina de Francia, para que las guardara el emperador.

Las cosas en París se torcieron definitiva­mente para los monarcas. Fueron encarcelad­os en 1792 y enviados al cadalso. María Antonieta murió guillotina­da el 16 de octubre de 1793. Tenía 37 años. El hijo de la pareja, Luis XVII, de diez años, falleció en cautividad. La hija, María Teresa de Francia, madame Royal, fue liberada en 1795. Un año después se marchó a Viena, donde su primo, el emperador, le entregó las joyas de su madre. Como María Teresa no tuvo hijos propios, las joyas pasaron a su sobrina e hija adoptiva, Luisa de Francia, duquesa de Parma y nieta de Carlos X, rey de Francia. Este, por su parte, las dejó a Roberto I, el último duque de Parma antes de que el ducado fuera anexionado al Reino de Italia.

Según Napoleón, la debilidad de María Antonieta por las joyas –en concreto el escándalo que estalló en 1785 por la adquisició­n de un collar de diamantes cuyo impago le reclamaron– fue uno de los motivos que desencaden­aron la revolución.

La colección subastada –un total de cien piezas– incluyó otras joyas de gran valor, de diversas procedenci­as, como un adorno para el cuello, con 95 diamantes ensamblado­s, que fue propiedad de Luisa de Francia, así como una tiara, también de diamantes, que el emperador Francisco José regaló a su sobrina nieta la archiduque­sa María Ana de Austria cuando se casó con Elías de Borbón, duque de Parma, en 1902.

Para subrayar la relevancia de las joyas en oferta, Sotheby’s recordó que su procedenci­a ilustra las interconex­iones entre las casas reales europeas, en especial entre los Habsburgo y los Borbones, “que han producido emperadore­s y reyes en dominios que incluían Alemania, Inglaterra, España, los Países Bajos e Italia”. Estas joyas, en efecto, fueron símbolos de poder absoluto, de obscena riqueza, atributos que de nada sirvieron –sino todo lo contrario– a personajes como María Antonieta. En su hora final, se impuso el brillo de la hoja afilada de la guillotina sobre su cuello, al fulgor de sus diamantes.

Subastadas en Ginebra las joyas que poseía la reina de Francia guillotina­da

en 1793

La pieza más valiosa, un colgante, es adjudicada por 32 millones de euros

 ?? DAN KITWOOD / GETTY ?? La debilidad de su majestad. Una modelo posa con joyas nunca vistas de María Antonieta; debajo, retrato de Jean-Baptiste André Gautier d’Agoty
DAN KITWOOD / GETTY La debilidad de su majestad. Una modelo posa con joyas nunca vistas de María Antonieta; debajo, retrato de Jean-Baptiste André Gautier d’Agoty
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