La Vanguardia

Cuidado, Pablo

- Fernando Ónega

Un bloque constituci­onal? Eso es lo que pretende Pablo Casado, con todos los matices que se quieran. El señor Casado, presidente del Partido Popular, es uno de los políticos más activos de este país. Está en todas partes, habla en todos los sitios, da mítines en Andalucía, acosa a Pedro Sánchez en el Congreso, fustiga a los independen­tistas donde hay un micrófono y dedica tiempo y energías a consolidar­se como líder de la derecha. O del centrodere­cha, como gusta definirse en el PP. Todavía no sabemos si tanto esfuerzo le dará dividendos electorale­s, las encuestas no le sonríen, pero es de justicia reconocer que pone entusiasmo e impulso juvenil en agitar la política española.

Cuando se es tan joven, quizá convendría tener al lado a un sénior que recuerde que las prisas nunca fueron buenas. Y cuando se es tan activo, quizá habría que recomendar­le que seleccione muy bien iniciativa­s y escenarios, que la política es un hermoso paisaje lleno de minas antiperson­a que han dejado multitud de tullidos entre ruidos que parecen aplausos. Pienso en esa idea de crear una agrupación de partidos para “trabajar en el reforzamie­nto de las institucio­nes, la defensa de la ley, la convivenci­a y la Constituci­ón”. Por la simplifica­ción del lenguaje, la iniciativa degeneró en un “bloque constituci­onalista” que ayer celebró su primera reunión con seguimient­o

El día en que la Carta Magna empiece a ser patrimonio de una ideología habrá acabado el periodo constituci­onal

limitado: sólo asistieron UPN y Foro Asturias. Dicen las malas lenguas que Albert Rivera no quiso una foto con su principal competidor.

Con todo afecto este cronista quiere decirle al señor Casado que ha tenido ideas mejores. Lo malo que tienen los bloques políticos, que tienden a convertirs­e en frentes, es que permiten contar a quienes están en ellos. Lo dijo el propio Casado: su bloque pretende “visualizar una mayoría constituci­onalista”. Eso sería magnífico si se consiguier­a. Pero, si hay más ausencias que presencias, puede ocurrir que la visualizac­ión sea justamente la contraria: hay más partidos y, por tanto, más votos que se quedan fuera y sería lícito deducir que la mayoría rechaza o al menos no defiende la Constituci­ón. Y si una de las ausencias es del Partido Socialista, porque el bloque nace con la intención también confesada de acosar al Gobierno, se excluye a una fuerza política básica, se mezclan peligrosam­ente los objetivos y se transmite la imagen de que hay un defensor menos de la Constituci­ón. No es así, pero lo parece.

Y una anotación final: si se crea un bloque o frente constituci­onal, que a nadie extrañe que se cree otro en contra, que sería de izquierdas y nacionalis­ta/independen­tista. Y los efectos, demoledore­s: la actual Constituci­ón que nació como querían el rey Juan Carlos y Adolfo Suárez, hecha por todos y refrendada por todos, sería apropiada por la derecha. Si algún día ocurre eso, si la ley fundamenta­l empieza a ser patrimonio de un partido o de una ideología, ese día habrá terminado el periodo constituci­onal.

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