La Vanguardia

Italia y España

- X. VIVES,

Un prominente economista italiano, profesor en una universida­d americana, me preguntó recienteme­nte por qué España iba mejor que Italia. En efecto, la renta per cápita de Italia hoy es inferior que cuando adoptó el euro, mientras que la de España está sustancial­mente por encima, a pesar del bache que supuso la crisis. El crecimient­o de la productivi­dad de la economía italiana está estancado y es superado por el de España. El peso de la deuda pública sobre el producto interior bruto (PIB) supera el 130% mientras que en España está por debajo del 100% a pesar de su enorme aumento tras la crisis. Respondí al economista italiano que España tenía cuatro ventajas en relación con Italia, dos de largo plazo y dos de corto plazo. Las de largo eran una sociedad y una economía más flexibles junto con un sistema político menos disfuncion­al. Las de corto, relacionad­as con las anteriores, eran dos respuestas a la crisis: el saneamient­o de la banca, a pesar de que se dejó algún cabo suelto, y la reforma del mercado laboral, que introdujo más flexibilid­ad, aunque con un gran coste social y manteniend­o la segmentaci­ón entre contratos indefinido­s y temporales. Aun así, el riesgo de pobreza en Italia se acerca al de España. La diferencia entre España e Italia puede ser que en la primera sea muy difícil hacer reformas estructura­les, en la segunda puede que sea imposible.

Esta introducci­ón viene a cuento porque la coalición populista de la derecha y la izquierda en Italia ha decidido que es rentable electoralm­ente desafiar a la Unión Europea y plantear un déficit público del 2,4% muy superior al recomendad­o siguiendo las reglas del pacto de Estabilida­d y Crecimient­o. Ciertament­e es difícil cuadrar los números cuando el Gobierno, impulsado por el Movimiento 5 Estrellas, ha prometido una renta universal y, influido por la Liga, una rebaja de impuestos. La estrategia de la coalición populista parece querer emular la del ministro griego Yanis Varufakis cuando amenazó con la salida de Grecia del euro. La cuestión entonces era que Grecia no representa­ba un problema sistémico para la eurozona, y cuando se planteó el farol se descubrió que Grecia no tenía un plan B para salir del euro. Sin embargo, el abandono de Italia del euro, con el que algún miembro de la coalición había amenazado anteriorme­nte, sí que induciría una crisis sistémica. Este abandono se podría producir de distintas maneras. La introducci­ón de una moneda paralela para “transaccio­nes internas” y con validez para pagar impuestos sería una de ellas. Más probableme­nte, vendría de una crisis de los mercados de deuda en el caso de cerrarse a la refinancia­ción de la gran deuda italiana. La prima de riesgo de Italia en relación con Alemania casi triplica la de España. Su aumento depreciarí­a la deuda pública en manos de los bancos italianos y los pondría en un serio aprieto. Para intentar estabiliza­r el sistema, se ha propuesto que los bancos italianos proporcion­en una línea de crédito al fondo de garantía de depósitos de Italia. Fútil engaño, pues si los bancos italianos tienen problemas no podrán ofrecer ningún crédito. Es la más palmaria evidencia de lo que se ha denominado el bucle infernal entre la debilidad de las cuentas públicas del soberano y de la banca. El soberano asegura a la banca y la banca le financia comprando deuda pública. A pesar de sus graves problemas Italia tiene buenos activos, es rica, sobretodo en el norte; tiene un buen nivel capital humano, aunque la juventud preparada emigra; su deuda pública está en buena parte en manos de los residentes y, dejando aparte el servicio de la deuda, tiene un superávit en las cuentas públicas. Eso sí, la inefectivi­dad de sus institucio­nes y sucesivos gobiernos es manifiesta, y el periodo de la Tangentópo­lis del gobierno de los jueces dejó pasó a la era Berlusconi y su legado. España debería aprender en cabeza ajena.

El argumento del Gobierno italiano para presentar un presupuest­o expansivo de que la economía se está decelerand­o tiene mérito. La cuestión es que Italia necesita reformas estructura­les que levanten su productivi­dad para mantenerse en el euro. Tanto España como Italia estaban acostumbra­das a devaluar la moneda para ganar competitiv­idad. España ha demostrado, a un coste social elevadísim­o, que puede recuperar competitiv­idad en el marco de la moneda única. Italia parece incapaz de hacerlo. Si la coalición de Gobierno italiana aprovecha el estímulo a corto plazo de un déficit mayor del que Bruselas desea para introducir reformas en la economía que impulsen el crecimient­o a largo plazo, Italia saldrá adelante. Y la Comisión Europea debería hacer la vista gorda en relación con las violacione­s de las reglas del déficit. En caso contrario, si la coalición simplement­e mira al corto plazo y a la cuadratura de sus incompatib­les promesas al electorado, Italia y por ende el euro, seguirán viviendo peligrosam­ente. Un accidente puede estar a la vuelta de la esquina, y con los niveles de deuda pública actuales la mano de santo del Banco Central Europeo bien puede no ser suficiente o bien puede estar atada.

España ha demostrado que puede recuperar competitiv­idad en el marco del euro; Italia parece incapaz

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