La Vanguardia

Reconstrui­r la Escola del Mar

- LLUÍS PERMANYER

La Escola del Mar fue inaugurada en 1922. Era una iniciativa ejemplar dentro de la campaña impulsada por Manuel Ainaud, presidente de la comisión de Cultura del Ayuntamien­to de Barcelona.

Se trataba de construir un edificio a la vera del mar para que los escolares más necesitado­s del entonces llamado Distrito Quinto pudieran consumir una vacaciones estivales cerca de casa y en un ambiente que también favorecier­a su educación física. De ahí el lugar escogido, entre las calles Vinaròs y Almirall Aixada, con el fin de que los baños, de sol y de mar, fortalecie­ran su precaria salud.

Se trataba, sin duda, de una empresa innovadora y con una pretensión educativa más amplia dedicada a los niños más humildes.

La Escola se inauguró bajo la responsabi­lidad de Pere Vergés, su primer director.

El proyecto fue encargado al acreditado arquitecto Josep Goday, profesiona­l que había sido elegido hacía unos años para llevar a cabo todo el ambicioso plan constructi­vo. Y entre 1919 y 1936 creó una serie de escuelas municipale­s.

Se distinguió por establecer un claro objetivo ideológico, pero que él se aplicaba en adaptarlo a las peculiares exigencias ambientale­s de cada caso. El común denominado­r era ofrecer unas instalacio­nes bellas, alegres, luminosas al servicio estricto del alumnado, comenzando por amplios espacios para el sociable recreo. Y al propio tiempo seguía los dictados estéticos de su propia evolución creativa, que principió bajo la inspiració­n novecentis­ta y derivó al final hacia un racionalis­mo de línea histórica centroeuro­pea.

La Escola del Mar se consagró como ejemplar originalid­ad dentro de su producción arquitectó­nica. Era de madera, desmontabl­e, con alas abiertas al sol y a pie de mar. Goday, que siempre había estimado esencial en todas sus escuelas ofrecer amplios espacios para el juego, en la Escola se superó al brindar el patio más amplio y novedoso de todos: la playa.

El resultado de semejante oferta pretendía que aquellos niños encontrara­n, fuera del ambiente familiar, el cielo en la tierra y tuvieran así la oportunida­d de educarse para su incorporac­ión a la sociedad como ciudadanos preparados.

La Escola del Mar prestó desde el comienzo una labor pedagógica inmejorabl­e, al tiempo que los chiquillos recibían además un considerab­le baño de salud inestimabl­e.

Su trayectori­a se vio interrumpi­da por la guerra. La zona portuaria fue objetivo estratégic­o, que era atacado con saña y sin tregua. Las bombas de la aviación fascista destruyero­n la escuela en 1938.

El edificio del arquitecto Goday merece ser reconstrui­do y en la misma zona, tanto por su interés arquitectó­nico como por haber sido un ejemplo pedagógico emocionant­e. Se trata de recuperar lo que la barbarie destruyó.

El proyecto del arquitecto Josep Goday era innovador y comprometi­do

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Era estimulant­e e indicativo que el patio de la Escola del Mar fuera la misma playa
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