La Vanguardia

“Tú, Patricia, estás mintiendo; tú eres un hombre”

- ANA JIMÉNEZ IMA SANCHÍS

Tengo 41 años. Nací en Onda( C as tellón)y vivo en València.Melic en cié en Comunicaci­ón Audiovisua­l. Vivo en pareja y estamos en proceso de adopción. Soy feminista y lucho por la igualdad desde mi ámbito. Yo era católica hasta que descubrí que rechazaban la homosexual­idad y opté por el budismo

Abandonó las fuerzas armadas. Sí, en el 2016, tras una excedencia. Después de publicar Tierra, mar y aire pensé que o bien me fusilaban o me mandaban a Perejil…, mejor darse de baja. En ese libro contaba su experienci­a como piloto de la Armada española.

Sí, teniendo en cuenta que soy lesbiana nunca me sentí a gusto con sus valores, un estamento muy machista y anclado en el pasado.

¿Cómo se le ocurre meterse ahí?

Yo soy de un pueblo pequeño, no tengo familia militar y venía de la universida­d donde compartía la vida con gente muy tolerante. Me gustaba la idea de volar y oposité.

Y consiguió una de las dos plazas que había entre 200 aspirantes.

El gobierno abrió las puertas a las mujeres, pero no estaban preparados para ello ni nos querían. “Si no sabéis ni aparcar un coche, ¿vas a aterrizar un avión?”… Todo eran chistes sexistas.

Debió de ser difícil.

Mucho, pero no guardo ningún rencor, gracias a la Armada he podido pilotar reactores e hice dos amigos espectacul­ares gracias a los cuales sobreviví porque me dieron muy buenos consejos. Y al final me fui a EE.UU. a cumplir otro sueño: ser entrenador­a profesiona­l de fútbol. Todo pasa por algo.

Fue la primera mujer piloto de reactor de España, ¿no la aplaudiero­n por ello?

Las fuerzas armadas viven al margen de la sociedad, no se regeneran. De hecho en mi vida he tenido más problemas por ser mujer que por ser lesbiana.

Póngame un ejemplo.

“Las mujeres sólo sirven para follar y para bailar”, me dijo un coronel delante de todos. Tuve que soportar sus risas, y cuando protesté frente a un superior, la respuesta fue “son así”.

Es usted fuerte.

Llega un punto en que te sientes fatal, pero como eres la única incluso te planteas si no te lo mereces. No tenía ni baño.

¿Tierra, mar y aire fue su venganza?

Lo hice por responsabi­lidad moral, tenía que informar a las que venían detrás, aunque no ha habido ninguna.

Y se fue a California.

Me convertí en una de las primeras mujeres en entrenar a un equipo a nivel profesiona­l: el Carlsbad United F.C. en Estados Unidos.

¿Cómo acabó en Uganda?

Quise ir a hacer voluntaria­do a un país en el que pudiera ayudar a las mujeres y escogí Uganda porque allí somos ciudadanos de cuarta categoría, primero están los hombres, luego los niños, les siguen los animales y después nosotras.

¿Y las puso a jugar a fútbol?

Monté tres equipos: niños, niñas y mujeres con sida. A base de trabajar en equipo y marcar goles se han ido empoderand­o.

¿Y cómo reaccionar­on los hombres?

“Tú, Patricia, estás mintiendo. Tú eres un hombre”, me decían. No podían entender que una mujer fuera piloto y jugara al fútbol. Allí a las mujeres no se les permite tener educación y mucho menos hacer deporte, y las que tienen sida son repudiadas. Me costó mucho cambiar ese no, por un “vamos a probar”.

¿Cómo los convenció?

Allí lo que no han perdido es el arte de la conversaci­ón, y eso hice: conversar y conversar, fui muy insistente.

¿De qué se siente satisfecha?

Ver cómo se empoderan las niñas y las mujeres, oírlas reír. Con otras dos chicas hemos creado Goals for Freedom, una oenegé que fomenta la igualdad de derechos a través del deporte. Nuestra meta es construir un campo de fútbol y abrir un colegio para niñas.

El mundo está lleno de pequeñas oenegés.

En esa zona, en Kayansi, la cuenca del río Nilo, no hay ninguna. Esas chicas sin educación no pueden salir de la pobreza, están destinadas a la prostituci­ón o a ser vendidas como esclavas domésticas, pero ahora todas quieren ser pilotos, futbolista­s o profesoras. No puedes desear lo que no conoces.

¿Cómo tratan allí el lesbianism­o?

Se practican violacione­s correctiva­s. Ellos entienden que si eres lesbiana y te violan entre tres o cuatro te van a demostrar que no lo eres, de hecho hay un oficio que es el de violador de lesbianas. Si el padre sospecha de su hija o alguien la acusa, contrata a un señor que la viola noche tras noche.

¡...!

A pesar de tener la mala fortuna de ser negras, haber nacido allí, que te practiquen la ablación y tener muchas posibilida­des de morir de sida, la felicidad que se despliega en los partidos es inaudita. Ahora muchas luchan contra la ablación y por la educación.

¿Qué ha comprendid­o en estos años?

Doy fe de que ayudando a los demás se te van todos los demonios. Hacer sonreír a alguien es un regalo para tu corazón. Por eso nosotras, pese a las duras situacione­s que vivimos en Uganda, repetimos y repetimos. Yo voy por egoísmo, porque me hace muy feliz.

¿Se ha sentido amenazada?

Sí, por eso al principio yo no caminaba, yo corría siempre, para no ponérselo tan fácil…

¿Van cambiando los hombres la visión de la futbolista piloto?

Ya he conseguido que hombres y mujeres, niños y niñas, jueguen juntos a fútbol, se pasen la pelota y se traten con respeto.

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