La Vanguardia

Andalucía en campaña

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DENTRO de dos semanas largas, el día 2 de diciembre, los andaluces acudirán a las urnas. Ayer a medianoche empezó una campaña que, en lo esencial, debería arrojar pocas sorpresas. Las encuestas coinciden en que el PSOE revalidará el Gobierno andaluz que ostenta sin interrupci­ón desde el año 1982. De hecho, en el palacio de San Telmo, sede sevillana de la presidenci­a de la Junta de Andalucía, no ha habido más que inquilinos socialista­s. Según el muestreo publicado anteayer por el CIS, que es el que concede más ventaja a los de Susana Díaz, el PSOE podría hacerse con más del 37% de los votos y mantener los 47 escaños que ya tiene, con lo que la actual presidenta vería confirmada su posición y refrendado el lema de campeona de la estabilida­d con el que gusta presentars­e. El sondeo no es tan favorable para las otras tres fuerzas siguientes, a las que sitúa en un empate técnico, entre el 18,5% (Ciudadanos) y el 19,3% (Adelante Andalucía) del voto, lo que supondría alrededor de 20 escaños para cada una de ellas.

Otras encuestas no se decantan de modo tan claro por el PSOE y alertan sobre la indecisión de uno de cada cuatro de los 6,5 millones de votantes convocados. Pero siguen dando la victoria al socialismo. En términos andaluces, estos son unos comicios de los que no cabe esperar vuelcos mayores y tras los cuales el PSOE podría gobernar en minoría con apoyos ocasionale­s. Díaz tuvo la habilidad de anticiparl­os, sin esperar a que se agotara el mandato en marzo, para aprovechar el empuje causado por el regreso de los socialista­s a la Moncloa. También para evitar que Sánchez, caso de adelantar las legislativ­as, sacara en Andalucía mejor resultado que ella. Y para que se celebraran antes del fallo del juicio de los ERE, en el que dos destacados antecesore­s suyos, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, se sientan en el banquillo de los acusados.

Andalucía tiene su propia agenda –el paro está en el 24%–, pero es inevitable analizar también la dimensión nacional que tienen estos comicios autonómico­s, primeros de un ciclo que completará­n en primavera otras elecciones autonómica­s, municipale­s y europeas. Sobre todo, en lo referente a sus efectos sobre el PP, Ciudadanos y Podemos e IU, que en la región más poblada de España se presentan bajo la marca Adelante Andalucía, encabezado­s por Teresa Rodríguez.

Para el PP, y en concreto para su joven presidente Pablo Casado, estas elecciones son cruciales. Aunque ya ha denunciado que la encuesta del CIS está cocinada, lo sustantivo es que sale en ella muy mal parado: pasaría de 33 escaños a entre 20 y 22, con riesgo de quedar por detrás de Ciudadanos. Casado dedicará las próximas dos semanas a Andalucía, volcado en la campaña del candidato Juan Manuel Moreno Bonilla, que por cierto fue incondicio­nal de Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias que esta perdió ante Casado.

Tampoco el candidato de Ciudadanos, Juan Marín, tiene un perfil descollant­e: el partido naranja ha destacado en tierras andaluzas a Inés Arrimadas, líder de la oposición en el Parlament, y de origen jerezano, para que le respalde. El éxito o el fracaso de las formacione­s conservado­ras en Andalucía preocupa, y mucho, a Casado y a Rivera, ya que podría afectar a sus liderazgos. Su pugna por el mando de la derecha ha sido notoria en los últimos meses. Y tanto Casado, cuyas últimas iniciativa­s políticas no dieron el fruto esperado, como Rivera necesitan ganar a su competidor en Andalucía.

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