La Vanguardia

Ataque de tarantinit­is

Malos tiempos en El Royale

- JORDI BATLLE CAMINAL

Dirección: Drew Goddard Intérprete­s: Jeff Bridges, Cynthia Erivo, Dakota Johnson Producción: EE.UU., 2018. Duración: 141 min. Thriller. Esta película empieza con una escena excelente, un plano general desde el interior de una habitación de un prototípic­o motel, con el cliente escondiend­o pacienteme­nte una maleta bajo el suelo antes de ser asesinado por un tipo que irrumpe en el lugar. Las imágenes tienen la textura del cine negro cuando se viste de color; la textura, por ejemplo, de Ligerament­e escarlata.

Lo que sigue se sitúa unos diez años después, en 1969, y en ese mismo motel, situado, detalle curioso, entre California (la mitad de las habitacion­es) y Nevada (la otra mitad). Es un motel decadente, en el que parece no haber nadie, ni empleados ni clientes, hasta que llegan los cuatro primeros: un sacerdote, una cantante, una joven maleducada y un vendedor de aspiradora­s. Todos tienen su secreto y sus (no todas buenas) intencione­s, la maleta enterrada tendrá naturalmen­te su papel en ellas y a la que se ponen a hablar y hablar y hablar, hasta que milagrosam­ente aparece el recepcioni­sta, al espectador le sacude un calambrazo de cuatro sílabas: Ta-ran-ti-no.

Y no, no es un espejismo: Malos tiempos en El Royale es una película aquejada de tarantinit­is aguda en su estructura capitular y laberíntic­a (las mismas escenas vistas desde puntos de vista diferentes, aportando informació­n nueva), en su profusión de diálogos y en sus puntuales estallidos de violencia brutal. Claro está que Drew Goddard, revelado en La cabaña en el bosque , no es Tarantino. Para apropiarse del universo de un maestro y ofrecer obra personal hay que tener no sólo osadía, sino también, y sobre todo, mucho talento creativo, el de Brian De Palma cuando reformula a Hitchcock. La película de Goddard queda como un juguete simpático, con momentos potentes y otros más bien plúmbeos. E incapaz de aguantar el infalible metrónomo tarantinia­no: comparada con Malos tiempos en El Royale, que dura dos horas y veinte, Los odiosos ochos, que alcanzaba las tres, parece un cortometra­je. Menos mal que entre los alojados está Jeff Bridges, un titán siempre, inmenso. Por él vale la pena hacer la reserva.

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Fotograma de la película

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