“Mis ocho hijos corren...”
Isaac Viciosa revisita sus proezas en Montjuïc: allí se impuso en cuatro ocasiones
Isaac Viciosa (48) le puso una condición a sus hijos. A sus ocho hijos: –Somos muchos, no nos podemos repartir entre partidos de fútbol o baloncesto: todos a correr. Venga, atletismo...
Así que se fue llevando a cada uno de ellos a las pistas de tartán de Valladolid, a tiro de piedra de la casa que la familia comparte, los ocho hijos, Viciosa y su mujer, Teresa. Y de este modo, a uno tras otro les fue metiendo el gusanillo.
Los ocho hijos de Viciosa, cuatro chicas y cuatro chicos, compiten para la escuela de atletismo Isaac Viciosa.
–¿Y qué edades tienen?
–La mayor, 21. Y el más pequeño, siete.
–Y como atletas ¿qué tal? ¿Le siguen los pasos al padre?
–Carmen ha sido plata en 5.000 m en un Campeonato de España júnior. Ángela ha hecho cosas importantes en el cross... –¿Podrán vivir de esto? –Desde mis tiempos, el cuento ha cambiado mucho...
(...)
Como atleta, Viciosa se ganó bien la vida. Fue un mediofondista importante en los noventa, y también a principios de este siglo. Qué buena era aquella época: junto a Viciosa brillaban Cacho, Reyes Estévez, Andrés Díaz, Pancorbo, De Teresa, Luisja González, Cañellas, Anacleto Jiménez, Roberto Parra...
Viciosa fue campeón de Europa de 5.000 m (1998) y subcampeón de 1.500 (1994, tras Fermín Cacho). Se asomó a la frontera de los 3m30s en el 1.500 (3m30s94). Ganó la Milla de Nueva York en cuatro ocasiones, y eso pesa: en la historia de la Quinta Avenida lucen los nombres de Sydney Maree, Steve Scott, John Walker, José Luis González, Bernard Lagat o Matthew Centrowitz.
Y también grabó su nombre en la Jean Bouin, la prueba que organiza Mundo Deportivo y que vuelve a escena la semana que viene, el 25 de noviembre. Se la adjudicó en cuatro ocasiones: 1996, 1997, 1998 y 2002.
–Recuerdo la Bouin como una carrera muy profesional, con un ambientazo tremendo. Tengo familiares en la ciudad que iban a verme. Siempre entendí su pedigrí, el montaje y la trascendencia.
–En el atletismo ¿había dinero entonces?
–Hombre, estaban las becas ADO, para los Juegos de Barcelona’92. Había ayudas individuales, patrocinios, carreras con premios y buenos fijos.
–¿Y hoy?
–Ya no hay dinero. Mire, en mi escuela hay 280 atletas. Llevamos tiempo promocionando chavales. Los cogemos a los diez años, le echamos ilusión. ¿Y sabe qué suele ocurrir?
–¿...?
–A los 18, la mayoría lo deja... –¿Y eso?
–Se lo he dicho: optan por irse a la universidad. Entienden que las expectativas de ganar dinero en el atletismo son bajas. Si no le ven futuro ¿para qué seguir?
–Usted lo logró... –Insistí. Tuve que centrarme, entrenarme mucho, descansar, cuidarme y renunciar a lo que hace cualquier otro joven, como salir de noche, estudiar o invertir tiempo en prácticas profesionales. En el atletismo hay mucho riesgo. Y te puedes quedar por el camino.
–Así que sus hijos...
–Una estudia Diseño. Otra, Nutrición. Otro, Imagen y Diseño en 3D. Y mientras, en el atletismo van haciendo sus cosas.
–En las sobremesas hablarán de atletismo. Les contará usted batallitas, supongo...
–A veces, cuatro o cinco de la familia vemos juntos el atletismo cuando son los Mundiales. Pero les cuento pocas cosas de mi pasado, no les aburro. A los de su generación, nuestro pasado no les interesa demasiado.
–¿Por qué lo dice?
–Viven al día. Cacho o Reyes Estévez les suenan como nombres antiguos, algo que han escuchado por ahí. Cuando voy a las carreras, a mí tampoco me conocen. Para los jóvenes sólo soy el padre de Carmen, o el de Ángela.
–¿Y para sus hijos?
–Soy su padre. Su entrenador. E incluso su chófer. A cuatro de ellos aún los llevo al colegio a diario. Está a veinte kilómetros.
DE HÉROE A SECUNDARIO “Los jóvenes ya ni me conocen como atleta: para ellos sólo soy el padre de Carmen, o el de Ángela”
LA MEMORIA “Recuerdo la Jean Bouin como una prueba muy profesional, con un ambientazo tremendo”