La ciudad es un millón de cosas (con ruedas)

EL patinete tiene cien años de historia. En el Museu del Joguet de Figueres pueden verse ejemplares únicos de madera y tres ruedas, de la marca Buch. E incluso hay una fotografía de 1924 del actor Antonio Ferrandis (Chanquete) manejando uno, siendo niño. Un siglo más tarde, el artilugio ha pasado de ser un juguete a convertirse en un vehículo. Los actuales son eléctricos y la gente los utiliza para desplazarse por las ciudades. Van a ser el regalo de estas Navidades, sin duda: las ciudades parecerán ludotecas. De todo modos, toda novedad tiene peligro: los Mossos han localizado esta semana al conductor de un patinete que fue filmado por un taxista mientras alcanzaba los 80 kilómetros por hora en la Diagonal de Barcelona. Y hace un mes, en Valencia, saltó la alarma en la autovía V-23, a la altura de Sagunto, cuando un vídeo registró a dos personas que iban a 100. El conductor, un varón de 32 años, puede ser multado con 2.000 euros, al circular por una autovía.

En principio, los patinetes a la venta alcanzan velocidades de 30-35 kilómetros, pero en YouTube es fácil encontrar aplicaciones para trucarlos. El problema es que no existe una legislación al respecto, de tal modo que uno se los puede encontrar por las aceras o por la calzada, por los carriles bici o en las carreteras. El Consistorio barcelonés ha sido de los primeros en reaccionar y ha hecho pública una ordenanza, que los obliga a circular por carriles de bicicletas, sin sobrepasar los 30 kilómetros por hora. La dirección general de Tráfico está a punto se sacar una instrucción al respecto.

Un patinete eléctrico oscila entre los 399 y los 3.000 euros, y sus ventas se han incrementado en un 800% en un año. El artilugio no es inocente y en las últimas semanas se ha cobrado las dos primeras víctimas. La ciudad no es un millón de cosas, como proclamaba el poeta de la radio, sino cientos de miles de cosas con ruedas. Ser peatón y sobrevivir en el intento no es una voluntad, sino un milagro.