La CIA acusa al príncipe saudí Bin Salman de la muerte de Khashoggi
La investigación que está llevando a cabo la CIA sobre el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en Estambul señala al príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, como la persona que ordenó su asesinato, según informó ayer el Washington Post. Esta conclusión contradice las afirmaciones del Gobierno saudí de que no estaba involucrado. El diario de la capital recoge que los funcionarios estadounidenses han expresado una gran confianza en la evaluación de la CIA, que es la más definitiva hasta la fecha que une al gobernante de facto de Arabia Saudita con el asesinato, y complica los esfuerzos del presidente Donald Trump por preservar los lazos de Estados Unidos con uno de sus aliados más cercanos en la región.
Entre las pruebas esgrimidas por la CIA para acusar al heredero saudí, está una llamada a Khashoggi realizada por el hermano del príncipe, Jalid bin Salman, que actualmente es el embajador saudí en Washington. Jalid sería quien recomendó al periodista acudir al consulado de Estambul para recoger la documentación referente a su boda, dándole garantías de que podría llevar a cabo el trámite con total seguridad.
Aunque las fuentes consultadas por el Washington Post no pueden asegurar que Jalid tuviera conocimiento de los planes para asesinar a Khashoggi, sí tienen claro que la llamada se llevó a cabo bajo estos términos, un extremo que la embajada saudí en Washington ha negado tajantemente.
En el informe, la CIA define a Mohamed bin Salman como “un buen tecnócrata”, pero a la vez volátil y arrogante, “alguien que pasa de cero a cien, incapaz de entender que ciertas cosas no pueden hacerse”.
Precisamente ayer se supo que la Fiscalía General de Arabia Saudí formalizó las acusaciones contra once imputados por el crimen, y solicitó la pena de muerte para cinco de ellos, sin concretar quiénes. Otros diez han sido dejados en libertad. El auto descarga la responsabilidad en los agentes mandados desde Riad. El portavoz del fiscal detalla el envío de “un equipo negociador, otro de inteligencia y otro logístico”, con el objetivo de devolver a Arabia Saudí al periodista aperturista.
En el origen de la inquina estaría el informe de un consejero de Bin Salman, Saud al Qahtani, que acusaba a Khashoggi de “tener relaciones con enemigos extranjeros del reino”. Una acusación que habría llevado al número dos de inteligencia, Ahmed al Asiri, a decidir la operación.