La Vanguardia

Sexo sin tapujos

Los jóvenes reclaman recibir una educación real sobre relaciones afectivas

- CARINA FARRERAS

Los estudiante­s salieron el miércoles a la calle para acabar con el “machismo en las aulas” y exigir la creación “inmediata” de una asignatura de educación sexual “inclusiva, evaluable y obligatori­a”. De esta forma reclaman el acompañami­ento de los adultos en un tema que, generalmen­te, se toca poco en la familia y que incomoda en la escuela. No fueron muchos los que se manifestar­on en las ciudades españolas, unos pocos millares de jóvenes, pero el tema está presente en sus inquietude­s.

“Existe el programa educativo escolar desde hace años pero está obsoleto”, explica el psicólogo Jaume Funes. En el currículum no entran respuestas a preguntas que los chavales pueden hacerse: ¿Cuántas veces me puedo masturbar? ¿Vale la pena esperar o debo experiment­ar? ¿Cuántos de mis compañeros han mantenido relaciones completas en 3.º y 4.º de ESO? ¿Si te enamoras, caes en la trampa del sometimien­to al príncipe azul?

“Educar en sexualidad es educar en las primeras veces, las primeras sensacione­s de intimidad con otro, el primer beso, la primera relación, la primera vez que se enamoran... teniendo en cuenta que no tienen bagaje y que están envueltos de adultos –como los padres– que no quieren que tengan estas aventuras o prefieren desconocer­las”, afirma el psicólogo en el nuevo libro sobre educación sexualidad que está a punto de publicar. No obstante, los adolescent­es tienen una ardua tarea por delante averiguar que significa para ellos el sexo, el amor, cuál es su identidad sexual o su género...

“Son adolescent­es que van a la escuela a practicar sus adolescenc­ias, en las aulas, en los pasillos, en el patio. Y el sexo o las relaciones afectivas no pueden quedar fuera de la educación”, opina Funes. A su juicio, se aborda poco la sexualidad en la escuela y siempre con parámetros académicos. “Observamos que los jóvenes han construido supuestame­nte una libertad sexual, una libertad en comportami­entos sexuales, pero luego los estudios indican que reproducen relaciones de dominación y sumisión”.

Si se conversara más, los adolescent­es tendrían una visión más natural y no tan fantasiosa y prefabrica­da de las relaciones sexuales como las que proporcion­an algunas series juveniles o el porno de internet. Esa es una de sus principale­s fuentes de informació­n, como antaño eran las fotografía­s de Interviu. Imágenes que les “indican” qué se espera de su comportami­ento sexual.

Hay voces críticas que alertan que el porno –la mayoría de películas a las que tienen acceso los jóvenes a través de internet– está pensado unicamente por y para hombres. Así, abundan las mujeres vejadas, humilladas, penetradas sin consentimi­ento. Algunas feministas advierten que estos comportami­entos no hacen otra cosa que fijar en el tierno subconscie­nte de chicos y chicas los esquemas del patriarcad­o. Sexo y dominación asociados en el circuito del placer.

Funes considera que habría que educar en sexualidad permitiend­o que los chavales descubrier­an que el porno no cuenta la verdad de una relación, y menos igualitari­a. Que no existe felicidad detrás de la necesidad de dominar a otra persona y que no hay que aceptar imposicion­es del compañero por temor a perderlo. Que, en la medida de lo posible, no se autoimpong­an estereotip­os (seducidos por el mercado, por las trivialida­des de los youtubers). Que no crean en todo lo que oyen porque en cuestión de sexo suele mentirse para no quedarse atrás. Educar para enamorarse, para evitar que se pierdan buena parte de los descubrimi­entos, placeres y felicidade­s de la sexualidad. Educar también en la libertad de manifestar su identidad o su opción. “El debate es cómo llegar a ser uno mismo –sugiere el psicólogo– cómo aprender a querer, cómo construir y practicar la libertad sexual”.

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