Probar es bueno
Las sexólogas indican que hay que apoyar el autoconocimiento sexual en los adolescentes con respeto a los demás
El acceso a la información sobre la sexualidad se ha abierto, pero aún sigue habiendo carencias y muchas preguntas sin respuestas para los adolescentes cuando los cambios físicos despiertan el deseo erótico. Una de las principales cuestiones hace referencia a la orientación sexual, que puede generar confusión. En primer lugar porque es un proceso de autoconocimiento, y asimismo porque la sociedad aún funciona con parámetros estrictamente heterosexuales, según explica la sexóloga Núria Jorba.
Desde que los niños y las niñas son pequeños ya se les pregunta sobre si tienen novio, sobre quién les gusta (obviamente conduciendo una respuesta). Y con estas cuestiones se provoca que la orientación sexual pueda no fluir de forma natural, indica Jorba, cuando se hacen más mayores. No es un patrón igual para todos ya que depende de la educación recibida, pero si ésta sólo ha abierto las puertas de la heterosexualidad el proceso para descubrir una orientación sexual diferente será más complicado.
Esta empieza a emerger con la aparición del deseo erótico, que se produce entre los 13 y los 16 años aproximadamente. Y muchas personas ya identifican sin experiencias sexuales previas el destino de sus deseos. Si la falta de información es (o era) un problema, ahora también hay que tener en cuenta que el exceso que se encuentra en internet, el gran abanico de opciones, también pueden generar confusión, indica Carme Sànchez, codirectora del Institut de Sexologia de Barcelona.
Algunos lo pueden tener muy claro desde el principio. Otros necesitan de un proceso en el que es bueno experimentar ya que, señala Sànchez, no es lo mismo tener fantasías sexuales con una persona que pensar en ella como alguien para compartir la vida. Probar, señalan las expertas, es positivo y es natural siempre con respeto a los demás.
También hay que tener en cuenta que la orientación sexual de las personas no se define en un blanco o negro absoluto, sino que es una gradación donde el 80% de las personas no se encuentra en uno de los extremos, según remarca Núria Jorba. Es lógico así que los adolescentes prueben. Y no sólo que lo hagan los adolescentes ya que la orientación sexual puede cambiar a lo largo de los años sin que sea ésta una cuestión de “voluntariedad” sino que surge sin que sea posible manipularla. Pero estos temas no pueden abordarse únicamente desde una perspectiva teórica. Carme Sànchez recuerda que hablar de sexualidad es hablar de relaciones afectivas, de personas, de hacer una sociedad más inclusiva y, sobre todo, de eliminar las violencias. La sexualidad no se puede así servir en frío.
En esta línea se señala que la educación sexual en la escuela y en casa no puede estar desprovista de este acento emocional porque se habla de emociones. Jorba considera que los padres y los educadores hoy en día están en un impasse generacional. De no hablar de nada, se enfrentan ahora a un mundo en el que llega “todo” desde internet por lo que es necesario formarse mínimamente para poder dirigirse a los niños y adolescentes.
También ha emergido con fuerza el debate sobre la identidad sexual, sobre los niños y adolescentes trans. Se ha logrado que se plantee después de muchos años de ostracismo. Pero este es un camino en el que queda casi todo por hacer, a nivel social y legal. Se empiezan a aprobar algunas leyes autonómicas para garantizar los derechos de las personas trans pero, tal como ha solicitado el doctor José Emilio Callejas desde la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) es fundamental una ley que proteja a los menores trans, que garantice su tránsito por rutas seguras y que vele por sus derechos en todos los ámbitos sociales, y también en el contexto familiar.
Algunos jóvenes tienen muy clara su orientación sexual, otros necesitan de un camino más largo