Dos premios sin recoger en Rusia
Milo Rau no irá a los premios Europa de teatro por el visado y dedica su discurso a otro ganador, Serebrennikov, arrestado
Es muy poco habitual que un premiado haga público su discurso de aceptación el día antes de recoger un premio, pero es que es poco habitual que un premiado no pueda acudir a recoger su galardón porque en el país en el que se celebra la ceremonia no le dan un visado a tiempo. Y eso es lo que finalmente ha sucedido con el suizo Milo Rau (Berna, 1977), uno de los grandes directores de teatro de la Europa actual, responsable del Teatro Nacional de Gante y que esta tarde debía recoger uno de los premios Europa de teatro en esa joya que es el teatro Alexandrinsky de San Petersburgo, desfilando junto a otros galardonados rutilantes como Sidi Larbi Cherkaoui, Valery Fokin o Tiago Rodrigues. No lo recogerá porque, asegura, como ya le ha sucedido en otras ocasiones desde que hizo Los juicios de Moscú, sin denegárselo tampoco se lo otorgaban, y tras largas gestiones fue ayer mismo cuando le comunicaron que podía obtenerlo, pero sólo en el consulado ruso de Amberes. Quedaba poco para su cierre, señala, y él estaba en Alemania y era imposible lograrlo. Así que ha enviado a la prensa el discurso que espera que se lea hoy en los premios, dedicado al director ruso Kirill Sreebrennikov, galardonado en la pasada edición y bajo largo arresto domiciliario por desvío de fondos en el Gogol Center. Un caso en el que no pocos ven la voluntad de acallar una voz radical.
Así que aunque la crónica del día sería para rendirse ante las dos obras que ha presentado en San Petersburgo estos días el portugués Tiago Rodrigues –que se verán en el festival Grec (By heart) y en los Teatros del Canal (Sopro)– y para hablar de la increíble potencia visual y actoral del teatro de los rusos Valery Fokin y Andrei Moguchy, como tantas veces la crónica es justamente de lo que falta. Y Rau es claro. Comienza su discurso diciendo que está extremadamente feliz por el galardón pero que no le sorprende que haya sido tan difícil obtener el visado: “Desde nuestro proyecto Los juicios de Moscú de hace cinco años, en el que examinamos críticamente la libertad artística en Rusia, no hemos podido entrar a este país. Siempre hay problemas: esta vez la carta de invitación fue declarada incorrecta, luego otra embajada era la responsable, etcétera. Sólo ayer viernes recibí repentinamente la noticia de que podía ir a la embajada rusa en Amberes en dos horas en un momento que ni siquiera estaba en Bélgica. Pero el hecho de que no esté hoy con vosotros es irrelevante, una formalidad estúpida, comparado con que el director Kirill Serebrennikov, que recibió el mismo premio hace un año, esté en juicio por cargos grotescos. No pudo recoger el premio en 2017 porque ya estaba en arresto domiciliario, sigue en él y quién sabe por cuánto”.
“Así que –prosigue Rau– ahora estamos en la siguiente situación: el premio Europa de Teatro va a Rusia y no decimos oficialmente ni una palabra de Serebrennikov, que tiene la amenaza de diez años de cárcel en la propia Rusia. ¿Cómo podemos celebrar el poder y la libertad del teatro, cómo podemos celebrarnos nosotros y el intercambio europeo, y permanecer callados sobre el hecho de que un ganador del año pasado esté a merced de un juicio espectáculo?
“¿Cómo celebrar la libertad del teatro si un ganador del 2017 está a merced de un juicio espectáculo?”, dice Rau
¿Qué significa esto para el premio Europa y para nosotros, los creadores de teatro, si no estamos preparados para mostrar la forma más simple de solidaridad? La razón de darme el premio junto a mis colegas es nuestro ‘interés apasionado en temas sociopolíticos’. En términos concretos significa que el caso de Serebrennikov también es mío, es nuestro caso”. Y concluye que “es el momento de que todos expresemos nuestro apoyo a Serebrennikov, en nombre de este premio y del teatro. Espero que ese estúpido juicio al que Kirill se expone acabe pronto y esté libre de nuevo”. Una posición a la que se ha sumado la miembro del jurado del premio Marina Davydova y que sin duda resonará esta tarde en el elegante escenario del Alexandrinsky.