La Vanguardia

Lorenzo cambia de aires

Lorenzo se despide de Ducati con sabor a fracaso, tras llegar a plantearse la retirada

- TONI LÓPEZ JORDÀ

El mallorquín Jorge Lorenzo correrá hoy su última carrera a los mandos de una Ducati, un duro periplo de dos temporadas en que no ha logrado situar a la impaciente escudería italiana a la altura de las marcas niponas, tal como se esperaba de él, aunque le queda el consuelo de haberlo hecho mejor que Valentino Rossi.

Hay historias que son felices, otras que son tristes, y luego están las que son inclasific­ables, como mi historia con Ducati”, admitía sincero Jorge Lorenzo el jueves en la cena de despedida de su equipo de los dos últimos años. El piloto mallorquín (31), que hoy pone fin a su relación con la fábrica italiana para empezar el martes con Honda, cierra una era inclasific­able con más sabor a fracaso que a otra cosa, en la que llegó incluso a plantearse la retirada. Eso sí, podrá decir que ahora es un piloto más completo –por reaprender a pilotar– y más rico –por haber disfrutado del mejor sueldo de la parrilla, 25 millones de euros en dos temporadas–.

Para Lorenzo, el paso de Yamaha a Ducati fue siempre un reto mayúsculo: ser campeón con una segunda marca. Un desafío que llevaba implícito superar a Rossi, que se estrelló en el intento de coronarse con la máquina italiana, como sólo había logrado Casey Stoner. En una cosa Jorge ha superado al Dottore: al menos ha conocido el sabor de la victoria vestido de rojo. Vale, no.

“El desafío está incompleto. Mi reto era intentar ser campeón del mundo de MotoGP con Ducati, algo que sólo ha hecho Stoner en el 2007, pero me quedo con las tres victorias y los siete podios de estos dos años, y la sensación de que era posible luchar por ello si hubiese tenido más tiempo”. Tiempo, la clave de la ecuación: el tiempo que necesitó para adaptarse a una moto indómita, que le exigió sacrificar su pilotaje dulce de Yamaha, y la paciencia que se acabó antes de tiempo a los responsabl­es de Ducati, que tras la 5.ª carrera (un 6.º puesto en Le Mans) decidieron no renovar al balear.

Una decisión a todas luces precipitad­a, porque en las siguientes carreras Jorge, con las piezas incorporad­as que había pedido para cansarse menos, logró dos victorias seguidas (Mugello y Catalunya). “Nos ha faltado paciencia”, admitía Claudio Domenicali, el CEO de DuUn cati. Lorenzo se tomaba su vendetta: “No soy un gran piloto (como dijo Domenicali), soy un campeón”, replicaba, tras haber cerrado su fichaje por Honda y haber salvado su peor momento, “el punto crítico”.

“Mi carrera estaba en peligro. ¿Me podía quedar fuera (del Mundial) con 31 años con todo lo que había logrado? La respuesta era sí”, confesaba Lorenzo el jueves. “Durante unos días la retirada rondó mi cabeza, pero la idea de apartarme de este deporte me entristecí­a aún más. No era el momento. Quería demostrar que podía volver a ganar”. Lo intentará con la Repsol Honda, con la que se estrena el martes en los primeros ensayos de pretempora­da en Cheste.

LA CONFESIÓN DE JORGE

“El reto está incompleto; mi carrera estuvo en peligro, después de Le Mans la retirada rondó mi cabeza”

balance final con Ducati pobre, pero que no es tan malo en comparació­n a cómo le ha ido a Yamaha estos dos años: Viñales, su sustituto, sólo ha logrado una victoria más (4); y Rossi, su íntimo rival bajo el techo azul, únicamente un triunfo.

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KAI FÖRSTERLIN­G / EFE Lorenzo partirá de la 13.ª posición en su última carrera con Ducati

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