LA HISTORIA VUELVE AL PALAU
La Generalitat recupera y exhibe en la sala Tarongers doce retratos de la casa condal de Catalunya y Aragón
Una docena de los retratos de la casa condal de Catalunya y Aragón que el italiano Filippo Ariosto pintó en 1587 vuelven a colgar en el Palau de la Generalitat, en la Sala Tarongers.
Jaume I el Conqueridor, Guifré el Pilós, Martí l’Humà y hasta doce condes y condes-reyes de Catalunya-Aragón fueron testigos mudos, el viernes, de la reunión de la mesa de diálogo convocada por el president Quim Torra, en la sala Tarongers del Palau de la Generalitat. Los doce retratos, pintados a finales del siglo XVI por Filippo Ariosto, forman parte de una colección más amplia que la Generalitat de Catalunya encargó –y pagó– en 1587 al pintor boloñés. A finales de octubre, ya restaurados, se colgaron estos primeros doce lienzos del total de 54 de la serie, pendientes de reparación. La sala Tarongers es, además, la única de Palau que conserva un pavimento de cerámica vidriada del 1608, restaurada de forma reciente.
En realidad, para estos doce retratos se trata de una vuelta a casa. La colección se encargó hace más de cuatrocientos años para que presidiera una sala recién construida en Palau, que se llamó Sala dels Reis. Los cuadros estuvieron allí trescientos años. Luego vivieron diversos traslados. Y la estancia también cambió de nombre. A partir de los años veinte se renombró como Saló Daurat –por el artesonado del techo– y ahora se llama sala Tarradellas y es donde se celebran las reuniones del Govern. Bajo los auspicios del célebre cuadro de Tàpies.
Los protagonistas de los 12 retratos, situados frente a frente y a modo de friso, en dos laterales de la sala Tarongers –una de las estancias nobles de Palau que dan al patio central del mismo nombre–, abarcan siete siglos de historia. Desde el rey visigodo Roderic (688-711) a Ferran I d’Antequera (1380-1416), conde de Barcelona, Rosselló, Cerdanya, Besalú, Empúries i Pallars Jussà y rey de Aragón, Valencia, Mallorca, Sicilia y titular de Córcega, entre otros títulos que conforman un linaje abrumador. Como el de sus compañeros de sala, muchos de ellos emparentados.
A la izquierda del retrato de Ferran I, se sitúan los de los también condes de Barcelona y reyes de Aragón Martí l’Humà (1356-1410) y su hermano Joan I el Caçador (1387-1396), Alfons III el Benigne (1299-1336) y Pere II el Gran (1240-1285) y su padre, Jaume I el Conqueridor (1208-1276). Completan la galería el conde-rey Pere I el Catòlic (1177-1213) y los condes de Barcelona Ramon Berenguer III el Gran (1082-1131), Ramon Borrell I (972-1018), Guifré el Pilós (840-897) y Bara Berà I (775-820).
De momento, se han restaurado catorce retratos de los 54 de una galería que representa la genealogía de la casa condal de Catalunya y Aragón. A la vista de los primeros lienzos, expertos en historia del arte descubrieron que la calidad pictórica de la colección había sido infravalorada, señala la arquitecta Júlia Roca, responsable de Patrimonio de Palau. Esta errónea calificación inicial se debió a anteriores intervenciones muy invasivas, añade, y a que presentaban graves alteraciones de conservación.
Entre los 54 retratos de la galería, algunos habían sido modificados en los años posteriores a su ejecución. En 1617, el pintor Leandre Altisent transformó el retrato de Paulo Flavio en el del rey Wamba, que es como se conserva hoy. Y en 1626 el pintor Joan Miquel Gallo hizo actualizaciones en el retrato de Felip III.
Esta de Barcelona es la galería real más antigua de España y una de las más antiguas de Europa que se conserva casi en su integridad, lo cual es muy meritorio, señala Júlia Roca. Cuando la Generalitat encargó a Filippo Ariosto la parte principal de la colección, el pintor italiano acababa de hacer una serie de pinturas equivalente, en Zaragoza, para la Diputación de Aragón, de la que no queda nada.
Los lienzos, de los que 46 fueron pintados por Ariosto entre 1587 y 1588 –y el resto, en años posteriores por otros pintores–, miden entre 117 y 118 cm de alto por 81 de ancho. La colección estuvo en su emplazamiento inicial, en el Palau de la Generalitat, hasta 1908. Pero con el decreto de Nueva Planta (1716), el Palau se había convertido en la sede de la Real Audiencia y cuando esta fue trasladada al Palacio de Justicia allí fueron los cuadros, que se repartieron en diversas estancias. “En esta etapa los repintaron todos, en el escáner se ve un cuadro encima de otro”, lamenta Júlia Roca. En 1937, una orden de la Generalitat los incorporó al Museu d’Art de Catalunya. Y luego aún fueron a parar, en 1963, al Museu Militar de Montjuïc. Con el cierre del museo, en el 2009, la Generalitat reclamó al Ayuntamiento de Barcelona la colección.
Ahora, salvo los doce de la Sala Tarongers, el resto está en el Centre de Restauració de Béns Mobles de Catalunya, donde entraron en un laborioso proceso de documentación, evaluación del estado de conservación y primeras medidas de cuidado. El ritmo de restauración es lento: uno o dos por año. Pero, de forma paulatina, otros condes irán volviendo a Palau.
La serie, pintada por Filippo Ariosto en 1587, ha vivido un periplo antes de empezar su regreso a Palau