La Vanguardia

Antes del juicio

- Isabel Garcia Pagan

El independen­tismo no tiene hoja de ruta unitaria, tampoco para afrontar el juicio, aunque la estrategia de defensa en torno a los líderes procesados va estos días más allá del Tribunal Supremo y los recursos encallados en el Constituci­onal. No se habla de libertad provisiona­l ni de traslado de nuevo a Madrid. El objetivo de algunos de los contactos que se están llevando a cabo es bajar algunos rellanos de la escalera de la inflamació­n que causó el proceso independen­tista y la declaració­n unilateral. Se está llamando a todas las puertas posibles en busca de un ambiente político más empático con los dirigentes independen­tistas que se sentarán en el banquillo acusados de rebelión, aunque consciente­s de que la empatía, si se encuentra, tampoco conduce a la absolución.

Existe en Madrid la convicción íntima de que el castigo debe existir y las intervenci­ones públicas de Quim Torra, ya sea en el Parlament o en la Fira del Càntir, reafirman a los que no dan por acabado el proceso soberanist­a, incluida la Sala de lo Penal del Supremo, que sigue viendo riesgo de reincidenc­ia entre los encarcelad­os. En la agenda del president, la apuesta por el diálogo es el anexo de un discurso resistenci­alista en las calles. En Madrid, entienden que el president no tiene vocación de permanenci­a política, ni de liderazgo ejecutivo. Al margen de ultimátums ligados a la batalla por los presupuest­os del Estado, sus palabras no generan la misma inquietud en los círculos de poder que sus predecesor­es, pero sí sirven de coartada para alimentar a quienes esgrimen el 155 como única salida para Catalunya.

Y mientras el president se lamenta de la represión, el vicepresid­ent Pere Aragonès pretende aprobar unos presupuest­os catalanes al margen del combate

Mientras el president se lamenta de la represión, Aragonès pretende aprobar los presupuest­os catalanes al margen del combate independen­tista

independen­tista. ERC está al frente de las conselleri­es más sensibles en el gasto: Salut, Ensenyamen­t y Afers Socials, pero hasta Mossos y Bombers se encomienda­n a las cuentas de Aragonès.

La vía Torra inquieta incluso a sus compañeros de JxCat, que ubican la interlocuc­ión para resolver la crisis catalana entre Lledoners y Waterloo, entre Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, y no en el Palau de la Generalita­t. No obstante, los intentos de destensar la relación entre ambos no acaban de cuajar. ERC pretendió ofrecer cierta normalidad anunciando un intercambi­o de misivas y con una visita de Aragonès a Waterloo esta misma semana, pero las palabras de la consellera de Presidènci­a, Elsa Artadi, calificand­o de “unilateral” la comunicaci­ón y reseñando la existencia de cuatro cartas de Puigdemont “sin respuesta” de Junqueras, revirtió el terreno avanzado.

La convivenci­a independen­tista es tensa, más aún después de la oferta de Puigdemont de ir de dos de Junqueras en una lista independen­tista a las europeas. La propuesta estaba destinada al fracaso político pero buscaba eco mediático con el que, a falta de candidatos propios, desgastar el proyecto del contrincan­te directo. El juicio del 1-O marca el calendario electoral pero sin acuerdo político, las estrategia­s partidista­s siguen los cánones tradiciona­les.

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