Bosch Aymerich, en el Col·legi d’Arquitectes
Exposición en el Col·legi d’Arquitectes de Catalunya de los proyectos más originales e insólitos
Josep Maria Bosch Aymerich (1917-2015) es uno de estos personajes que parecen extraídos de una novela. Arquitecto, ingeniero, urbanista, empresario, se lo considera un visionario, casi más reconocido en Estados Unidos que en España. Graduado en el MIT de Boston cuando aquí todavía estas siglas no se conocían, se le atribuye la decisión de Seat de instalarse en la Zona Franca, aunque el régimen prefería Bilbao. Pero también es el encargado de construir las bases americanas en España, y todavía hoy los planos que las hicieron posibles son materia reservada. Proyectó oficinas en Dubái cuando todavía era un paraíso desconocido para los inversores extranjeros y aseguran que se tuvo que marchar de Irán cuando subió el régimen islamista. En su casa, el año 1961 se atrevió a presentar una propuesta para urbanizar el triángulo Pelai-Bergara-plaça de Catalunya de Barcelona con un rascacielos de 41 pisos –un poco más alto que la torre Arts- que asustó a la administración de Porcioles.
Su relación con Catalunya, pese a sus orígenes gerundenses, no fue fácil y también quedaron colgados otros proyectos como el de un primer túnel bajo Vallvidrera o la urbanización del Morrot, en la vertiente de la montaña de Montjuïc. Y cuando en 2013 se le concedió la Creu de Sant Jordi, a sus 96 años, se le cuestionó porque su nombre estaba en la llamada lista Falciani por haber tenido dinero en Suiza, aunque ya había regularizado su situación con Hacienda.
Por todo ello, y también para deshacer tópicos, es más que oportuna la exposición que le ha organizado ahora el Colegio de Arquitectos de Catalunya en su sede de la plaza Nova, delante de la catedral de Barcelona, conjuntamente con la fundación privada Bosch Aymerich. Rafael Faus, gerente de esta fundación, explica que uno de los primeros objetivos ha sido poner orden en el enorme archivo documental que legó y dar a conocer su personalidad y sus obras, muy desconocidas todavía. El siguiente paso será publicar un estudio biográfico que ponga luz en una figura con toques de leyenda. Roger Subirà, comisario de la exposición, considera clave el tiempo que pasó en Estados Unidos como delegado de l'Instituto Nacional de Industria, que le permitió completar sus estudios en el MIT y crear una red de relaciones personales que le fueron muy útiles. Cuando en 1953 España reanuda relaciones con Estados Unidos crea con la empresa de Frederic H. Harris, gigante americano de la ingeniería y responsable de las instalaciones petroleras del golfo Pérsico, la empresa Harris Bosch Aymerich SA que conservó toda la vida. Y entre las grandes obras que llevo a cabo destacan la red de autopistas del País Vasco, las diversas bases americanas en España, el pantalán del puerto de Barcelona o varias promociones turísticas en la Costa del Sol. Su estudio llegó a dar trabajo a más de doscientos arquitectos que trabajaron incluso en la construcción de unos oleoductos en el golfo Pérsico. Da
El arquitecto propuso construir un rascacielos de 41 pisos en la plaza de Catalunya y se lo denegaron
idea también de su peso el hecho de que participara en la creación, y no sólo arquitectónica, del Banco de Madrid, levantando una de sus sedes en Madrid, asociado con Antoni Bonet Castellana, y del Instituto de Estudios Norteamericanos, en Barcelona, diseñando el edificio que fue su sede.
Uno de sus proyectos más conocidos es el del hotel Cap sa Sal, de Begur. De hecho, se puede decir que es una idea suya que inicia en 1955 coincidiendo con el despuntar del turismo. Él mismo busca como inversor al doctor Andreu y realiza el proyecto monumental de un hotel que durante unos años se convirtió en el lugar de moda de la Costa Brava (ahora se ha reconvertido en un bloque de apartamentos). Para la ordenación de los jardines contó con la colaboración de Rubió y Tudurí y Josep Guinovart hizo unas pinturas para decoración interior.
Otros proyectos suyos en Catalunya
Diseñó las bases americanas en España y construyó edificios en Dubái y oleoductos en el golfo Pérsico
son la Quinta de Salut l’Aliança, un conjunto de viviendas para trabajadores de Seat en Zona Franca, la sede de Hoechst Ibérica (ahora Random House) y algunas viviendas de veraneo en la costa, de las que se exponen planos y fotografías. También hay varias imágenes y detalles de un proyecto que él mismo impulsó: la estación de esquí de La Masella, que todavía ahora está en funcionamiento. En Madrid construyó varios edificios en el paseo de la Castellana y en la zona de La Moraleja, así como el hospital Puerta de Hierro. Y seguramente darían para otra exposición y otro artículo todos los proyectos que quedaron en el aire. Como un hotel flotante diseñado en 1978 y unos barrios de promoción en Manchester y Londres que estaban sobre su mesa cuando murió.