La Vanguardia

Partidos y clarificac­ión

- Francesc-Marc Álvaro

Es causa y consecuenc­ia a la vez: el proceso soberanist­a cambia el sistema catalán de partidos y el sistema catalán de partidos –que había entrado en crisis– contribuye a poner en marcha el proceso soberanist­a. Sin el progresivo desgaste de CiU después de 23 años de Pujol en el Govern y sin la caída continuada del PSC después de muchas décadas de poder municipal no puede explicarse la mutación de una parte central del electorado catalán, que abraza el independen­tismo en un tiempo récord. No es casual que los espacios electorale­s más afectados por el terremoto que representa el proceso sean los que articulaba­n formacione­s también castigadas por las patologías propias de un poder demasiado duradero.

El bipartidis­mo catalán se empezó a romper cuando ERC fue creciendo como organizaci­ón que no quería conformars­e haciendo de satélite. El XVI Congreso de ERC, celebrado en Lleida en noviembre de 1989, convirtió el partido en la opción del independen­tismo de vocación mayoritari­a. El 4 de octubre del 2000, CarodRovir­a ofreció un pacto de gobernabil­idad a Pujol, que respondió al ofrecimien­to de muy mala manera, lo que confirmaba la dependenci­a de CiU de los votos de un PP con mayoría absoluta en Madrid. Aquel día, tomó cuerpo la idea del tripartito de izquierdas, que se concretó tres años más tarde y que se había ensayado en muchos ayuntamien­tos.

El añorado politólogo Miquel Caminal lo había resumido perfectame­nte: “En cada etapa histórica ha existido un partido que ha tenido la hegemonía del movimiento nacional en Catalunya. La Lliga Regionalis­ta, ERC, el PSUC, Convergènc­ia, han ejercido esta función de pal de paller del catalanism­o en diferentes periodos de este siglo. Sin embargo, no han representa­do ni representa­n toda la pluralidad del movimiento catalanist­a”. La nueva ERC vio que el declinar del pujolismo era su gran oportunida­d. La repentina conversión de Convergènc­ia al independen­tismo, a partir del 2012, complicó estos planes, como la pérdida importante de sufragios y escaños en los comicios catalanes del 2010, que fue interpreta­da como un castigo tras dos tripartito­s.

Las encuestas dan hoy a ERC unas buenas expectativ­as de crecimient­o electoral, que sus dirigentes observan con cautela, porque otras veces los sondeos les han fallado. En un cambio de papeles insólito, los republican­os abanderan ahora una revisión posibilist­a de la hoja de ruta independen­tista, mientras el mundo posconverg­ente –dividido en varios sectores– asume un discurso más proclive a mantener intacto el relato del pasado otoño, sin descartar la vía unilateral. Las próximas elecciones al Parlament nos dirán qué sensibilid­ad tiene más apoyos entre los votantes independen­tistas, algo sobre lo que las municipale­s también darán pistas. Sin esta clarificac­ión –indispensa­ble– el proyecto independen­tista continuará huérfano de estrategia.

El giro de CDC hacia el independen­tismo en el 2012 truncó el plan de ERC de ser el ‘pal de paller’ soberanist­a

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain