La ganadora del Tusquets se concede deseos y reparte “regalos” en su novela
La novela ganadora del premio Tusquets, Nada que no sepas ,esen gran medida autobiográfica. Su autora, María Tena, precisa que en ella la ficción no sólo partió de la realidad sino que le abrió huecos que le permitieron cumplir ciertos deseos personales y repartir algunos “regalos” entre quienes, durante su infancia y también adolescencia en Montevideo y Madrid no tuvieron suerte. Es una de las ventajas de escribir una novela como ésta: que te permite mejorar los hechos para ti y para algunos de los demás, dijo ayer durante la presentación en la capital española del que consideró el libro de su madurez como narradora.
Antes de ganar el Tusquets, María Tena (Madrid, 1953) había escrito unos cuantos relatos de distintos tamaños e incluso ganado algún premio. Pero Nada que no sepas representa para ella “un lugar de llegada” con el que tiene la sensación de haber redondeado su trayectoria. Lo cual atribuye a la elección del asunto. “Este es mi tema, o al menos uno de ellos. Y cuando tratas de algo que conoces bien, las emociones salen de manera natural”, añadió en su intervención ante la prensa, junto a su editor, Juan Cerezo, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
El jurado del premio Tusquets valoró en la obra de Tena “su seductora evocación de la vida cosmopolita, libre y desprejuiciada de un grupo de familias en un lugar insólito, el Uruguay de los años sesenta, en contraste con la estrechez de la España en ese tiempo”.
Como el personaje de su novela, la escritora vivió un tiempo en Montevideo. Residía, con sus padres y hermanos, dentro de un barrio acomodado de familias cultas, progresistas y de costumbres muy abiertas en cuanto al sexo y la vida en pareja. “Cuando llegamos a Madrid a mis 12 años, acostumbrada yo a vestir minifalda cuando aquí se llevaban las faldas escocesas largas, los padres de alguna amiga decían a sus hijas que no podían salir con las Tena porque éramos unas frescas”, relató la autora.
La narradora es de las que piensan que, como dijo Rilke, la infancia es la verdadera patria de uno. “Somos lo que desayunamos de pequeños, las broncas que nos echan nuestros padres”, opinó. Por eso es conveniente para cualquiera, a su juicio, evocar los tiempos de los primeros años. Porque ahí está el origen de todo o casi todo lo que viene después. Así que es saludable recordarlo, no sólo para escribir novelas sino para vivir entendiendo mejor la vida. “Yo he hecho mucho psicoanálisis. Y, si fuera gratis, nunca dejaría de hacerlo”, afirmó.
‘Nada que no sepas’, de María Tena, retrata el liberal Montevideo de los 60 en contraste con el Madrid de esos años