Guerrilla en los Campos Elíseos.
El Gobierno francés culpa a Le Pen de atizar a los infiltrados ultraderechistas
La protesta de los chalecos amarillos contra la ecotasa de los carburantes degeneró ayer en París en guerrilla urbana en una de las avenidas más elegantes del mundo.
En París pareció ayer, por momentos, que Mayo del 68 regresaba a la ciudad, medio siglo después. Las barricadas en llamas no estaban en el Barrio Latino, cerca de la Universidad de la Sorbona, sino en plenos Campos Elíseos, una de las avenidas más elegantes y caras del mundo.
El “segundo acto” de la protesta de los chalecos amarillos, después de la eclosión inicial del 17 de noviembre, debía mostrar la vitalidad de un movimiento que nació para protestar contra la ecotasa de los carburantes y que ha mutado en oposición frontal a las políticas del presidente Macron. La jornada reivindicativa se trocó muy pronto en algarada callejera, en escenas de guerrilla urbana, debido a la presencia de un sector –muy minoritario– de chalecos
amarillos violentos y de vándalos infiltrados por la extrema derecha, los casseurs (literalmente, rompedores).
Estaba claro desde el principio que los manifestantes –unos 8.000 según la prefectura de la capital– no iban a aceptar reunirse dócilmente, rodeados de vallas y de policía, en el Campo de Marte, cerca de la torre Eiffel, como había ofrecido el Gobierno. Les parecía una humillación, un sometimiento excesivo a la autoridad. Querían más guerra. Aspiraban, como mínimo, a intentar acercarse al Elíseo para expresar su indignación lo más cerca posible de los palacios del poder. Lo habían hecho ya el sábado anterior.
Ya de buena mañana, por tanto, eran visibles los chalecos amarillos en los Campos Elíseos, territorio teóricamente prohibido. Un ejército de antidisturbios estaba desplegado para evitar que llegasen a la plaza de la Concordia y que se adentrasen en las calles próximas al Elíseo y a la Asamblea Nacional. Pronto comenzaron los enfrentamientos. Los manifestantes más exaltados arrancaron adoquines y las placas de hierro que protegen los troncos de los árboles en el suelo para utilizarlos como proyectiles. Otros improvisaron barricadas con vallas, sillas de terrazas y cualquier pieza de mobiliario urbano que cayera en sus manos. En algunos casos les prendieron fuego. También hubo algunos saqueos de comercios. La policía replicó con cañones de agua, gases lacrimógenos y, en algunos momentos, balas de goma.
Pasaron horas hasta que la situación comenzó a estar controlada por las fuerzas del orden, sobre las 6.30 de la tarde. Los antidisturbios fueron recuperando poco a poco terreno, al tiempo que los bomberos extinguían los fuegos y el tráfico volvía a la avenida. Según datos de la prefectura, no más de 5.000 personas ocuparon los Campos Elíseos. Bastaron varios centenares de casseurs para desatar el caos. Hubo 42 detenciones en la capital y 20 heridos, sólo uno de ellos grave.
El ministro del Interior, Christrophe Castaner, acusó a Marine Le Pen, líder ultraderechista, presidenta del Reagrupamiento Nacional (RN, ex Frente Nacional), de atizar a los violentos entre sus simpatizantes para que acudieran a los Campos Elíseos. Castaner fue muy duro. Usó el término “sediciosos” y les acusó de tratar de subvertir el orden constitucional. Le Pen rechazó las acusaciones. Dijo que ella sólo había cuestionado que la avenida más famosa de París quedara vetada, pero nunca había incitado a la violencia. En cambio, reprendió al Gobierno por “organizar la tensión” y convertirla a ella en “chivo expiatorio”.
En el resto de Francia hubo bloqueos de tráfico, marchas de caracol y otras perturbaciones, con especial incidencia en Bretaña, Provenza y el área de Burdeos, así como en los Pirineos orientales, cerca de la frontera española. El Gobierno calcula que en todo el país se movilizaron ayer 106.000 personas, menos de la mitad que el 17 de noviembre, pero no cesan las acciones radicales.
Las asociaciones de comerciantes se quejan de las cuantiosas pérdidas que la ola de protestas está provocando, en plenas compras prenavideñas, por los bloqueos y la interrupción de suministros. Sólo el 17 de noviembre los supermercados e hipermercados bajaron en 242 millones su facturación prevista, según un estudio del Instituto Nielsen. Ayer las acciones castigaron las áreas comerciales en plenas rebajas del
black friday.
Macron debe hablar sobre la situación el martes. No se espera que haya marcha atrás en las ecotasas que deben entrar en vigor en enero, porque son parte de la política ecológica a largo plazo, pero quizá sí plantee algunos gestos para compensar mejor a los automovilísticas por el encarecimiento de la gasolina y el gasóleo.
LOS IRREDUCTIBLES
Descienden los participantes en todo el país, pero no cesan las acciones radicales
PÉRDIDAS ECONÓMICAS
Los comerciantes lamentan una gran bajada de las ventas prenavideñas