La Vanguardia

La experienci­a de leer la Sagrada Escritura

- Juan José Omella J.J. OMELLA,

Coincidien­do con la última semana del año litúrgico, celebramos la III Semana de la Biblia. Esta semana culminará con el primer domingo de Adviento, domingo de la Palabra y primer día del nuevo año litúrgico. Inaugurare­mos un nuevo ciclo de lecturas dominicale­s, centrado en el evangelio de Lucas, el evangelio que acentúa la misericord­ia de Dios. El hecho de cambiar de ciclo de lecturas nos mueve a reflexiona­r sobre el lugar de la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia y del cristiano.

Desde el concilio Vaticano II, la presencia de la Sagrada Escritura se ha hecho más extensa y patente en la vida y en la reflexión de la Iglesia. Pensemos en la amplitud de nuestro leccionari­o para las celebracio­nes litúrgicas: las lecturas propias para cada día del año, los tres ciclos de lecturas dominicale­s, las lecturas para la celebració­n de los sacramento­s, la liturgia de las horas. Estas lecturas, acompañada­s de una oportuna predicació­n, nos acercan, año tras año, a la riqueza y profundida­d de la palabra de Dios, que se nos revela en la Sagrada Escritura. Además, desde hace años, la práctica de la lectio divina, o lectura orante de la Escritura, ha provocado que en muchas personas, grupos y comunidade­s, el texto de la Biblia se haya convertido en su punto de referencia.

En la Sagrada Escritura, Dios nos habla por medio de las palabras humanas que la conforman, ya que en ella habita el Espíritu Santo, y en ella se encarna el Verbo creador de Dios. Leyendo y releyendo sus páginas, además de la persona de Jesucristo, nos encontramo­s con el ejemplo de muchos creyentes de la antigüedad que, en sus circunstan­cias específica­s, supieron captar la presencia de Dios en su vida y supieron responder con fe y disponibil­idad. Es por ello que su experienci­a de fe ilumina y guía nuestra propia experienci­a de fe. Como dice el salmista: “Lámpara es tu palabra para mis pasos” (Salmo 119, 105).

El Vaticano II manifestab­a la veneración que la Iglesia siempre ha tenido hacia la Sagrada Escritura, idéntica a la que tiene hacia el Cuerpo del Señor; y por eso que recomendó hacer traduccion­es precisas para poner el tesoro de la palabra de Dios en manos de todos los miembros del pueblo cristiano. En la Sagrada Escritura encontramo­s fortaleza para la fe, alimento para la vida cristiana, fuente de vida espiritual y sostén para el testimonio de la fe. Por eso recomendab­a a todos los cristianos leerla asiduament­e, acompañand­o la lectura con la oración y la meditación, porque desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo (cf. DV 25, citando el comentario de san Jerónimo al profeta Isaías).

Os invito a hacer la experienci­a de leer asiduament­e la Biblia, una lectura sosegada y profunda, acompañada de oración personal, abriéndono­s a descubrir la palabra que Dios nos dirige, palabra que puede sostener nuestra vida cristiana en medio de las alegrías y dificultad­es de la vida diaria. ¿Por qué no recuperar, en los próximos días, el evangelio de Lucas, por ejemplo, y hacer una lectura seguida y meditada, a la luz del Espíritu Santo que ilumina nuestro corazón? ¡Que la palabra de Dios sea día a día luz para nuestros pasos! Feliz Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.

El Vaticano II recomendó hacer traduccion­es precisas de la Biblia para acercarla al pueblo cristiano

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