Un aplazamiento vergonzoso
La afición del River ataca el autocar del Boca y fuerza la suspensión del partido a hoy
Siniestro total. Vergüenza total. Desastre total. Sin fútbol total, ni parcial: al final, el encuentro se aplazó a hoy (21, hora española). Es evidente que la Copa Libertadores no es la Champions, por mucho que el marketing intente enmascararlo, pero la realidad siempre es imprevisible. Hasta ayer, lo previsible era que hubiera incidentes entre las barrabravas del Boca Juniors y el River Plate después del encuentro de vuelta de la ansiada final por el trono americano del fútbol. Sin embargo, nadie hubiera imaginado que la violencia afectaría al equipo visitante antes de iniciarse el juego, que varios futbolistas resultarían heridos y que caería la incertidumbre sobre la disputa del soñado superclásico, el River Plate-Boca Júniors.
Los miles de policías desplegados en los alrededores del estadio Monumental y la célula de seguridad que protegía al autocar del Boca no lograron evitar que ultras millonarios apedrearan el vehículo entre el primer y el segundo control de acceso al recinto. Una encerrona en toda regla. Inexplicable que la policía metiera a los visitantes en la boca del lobo, dejándolos a merced de los energúmenos. Las piedras rompieron los vidrios del bus, y los cristales acabaron impactando en los ojos de dos deportistas. Pablo Pérez sufrió lesiones en la córnea izquierda, y Gonzalo Lamardo, en la derecha. Pero todo podía empeorar: la policía, al dispersar a los hinchas que rodeaban el vehículo, usó gases lacrimógenos que también afectaron a los jugadores del Boca, provocando lesiones leves a varios jugadores.
Faltaban dos horas para el inicio del enfrentamiento (21, hora española). El estadio ya estaba colmado. No obstante, comenzaron los paseíllos por el túnel de vestuarios hacia el del visitante: los presidentes de ambos clubs, los delegados de la Conmebol, los árbitros, los médicos… Poco después, el organismo futbolístico sudamericano posponía el encuentro una hora. Los dirigentes del Boca se negaban a jugar. Pérez y Lamardo eran trasladados a un hospital de Buenos Aires. La Conmebol aplazó nuevamente el inicio a las 19.15 h (23.15, hora en España). El Boca seguía sin querer saltar a la cancha. Pérez y Lamardo regresaron al Monumental con diagnóstico de lesiones en los ojos con una semana de baja, mientras la Conmebol emitía un comunicado médico diciendo que dichos problemas oculares “no se pudieron comprobar”.
Minutos antes de la nueva hora, los presidentes de ambos clubs continuaban reunidos, suscitando incertidumbre aunque todo parecía indicar que el partido se disputaría fuera como fuera. Finalmente no fue así, aunque las presiones para jugar llegaban desde la propia FIFA, con su presidente, Gianni Infantino, presente en el Monumental, alegando que un aplazamiento a fecha incierta pondría en riesgo el Mundial de clubs, que empieza el 12 de diciembre.
También había preocupación en la Casa Rosada, a pocas horas de que comiencen a llegar los líderes mundiales para la cumbre del G-20, lo que hacía inviable un aplazamiento al próximo fin de semana.
APEDREAMIENTO
Dos jugadores del Boca Júniors fueron heridos y los dirigentes se negaron a disputar la final
CORRECALLES
Miles de policías tuvieron que desplegarse en los aledaños del estadio: hubo cargas y detenciones