¿Perdonando?
Me ha sabido muy mal ver que acusan a Carlos Ghosn de haber cometido acciones ilegales. Hace muchos años le entregué un premio en el Club de Harvard en Nueva York. Lo invité varias veces a ser ponente en encuentros de automoción en el Iese y en Ceibs en Shanghai. Nissan y Renault atravesaron momentos muy difíciles y Carlos Ghosn consiguió sacarlas de un riesgo de muerte y que avanzaran globalmente con tecnología de alto nivel. Claro que no hace mucho tiempo que también se descubrieron comportamientos incorrectos en la alta dirección de Volkswagen y la cosa les ha costado multas muy importantes y muchos directivos despedidos.
Cuando veo estas cosas siempre pienso si muchos de estos directivos eran de verdad conscientes de que estaban haciendo una trampa. Cuando se está allí arriba, no se pueden controlar todos los detalles y hay que confiar en que la gente más abajo es honrada. Una cosa es no acertar con la estrategia, que la realidad te supere el presupuesto o que no acabes de resolver unos objetivos tecnológicos. Pero otra cosa muy diferente es meter la mano en la caja, llevarte un dinerito a casa y falsificar la contabilidad para esconderlo. Que te desvíes del presupuesto lo entiendo y he visto que ha pasado en alguna empresa en la que he estado como consejero. Pero meter mano en la caja no lo puedo entender.
Hace muchos años que quienes me han tenido que soportar como profesor me han oído insistir en que “la confidencialidad no existe”. Y, si esto era así hace ya 20 años, hoy, en plena era digital, con los datos y las informaciones volando a velocidad supersónica y a escala global, es una realidad absoluta. Así que no queda más remedio que hacer las cosas bien, por una cuestión de ética, pero además porque lo que hagamos mal se sabrá. En nuestros tiempos quizás exageramos bastante la maldad de muchos actos incorrectos. Seguramente, en Nissan habrá más de uno frustrado, en los niveles altos de la compañía, porque considera que su esfuerzo y su aportación a la empresa no ha sido bien valorada. Naturalmente, si el gran jefe está en la cárcel, esto traerá una oportunidad para cambios, y más de uno agradecería que el periodo de castigo del jefe se prolongase.
Nosotros tenemos políticos en la cárcel y otros penalizados con grandes multas y continuas amenazas. Conociendo a alguno, estoy convencido de que nunca se plantearon robar ni se beneficiaron personalmente con fondos que salieron del gobierno (central, autonómico, municipal u otros). Es muy posible que organizasen actos públicos que pensaron que podrían beneficiarles personalmente (manifestaciones, colocación de anuncios), pero estoy convencido de que no se llevaron ese dinero a su casa y que probablemente creyeron que era posible estimular actos políticos con fondos públicos. Estas cosas las hacen muchas personas, no es algo que haga uno a escondidas. Las hacen en momentos emotivos: “Si nos sale bien, quizás este líder al que apoyamos acabará siendo elegido y sus ideas, que compartimos, se implantarán. ¿Tenemos dinero? Un poco justo, pero quizás podríamos pedirle algo al empresario tal que nuestro líder le apoyó cuando tuvo aquel follón con aquel banco”. Escrito suena un poco a chapuza, pero hablado bajo cierta presión por un montón de personas que creen justo defender unas ideas, a ellos les puede parecer que no están cometiendo un crimen.
¿Hasta qué punto estos empresarios acusados y destruidos hicieron algo incorrecto completamente conscientes y olvidándose de que “la confidencialidad no existe”? A mí me gusta perdonar y trataría de no olvidar lo mucho que han hecho bien. A muchos políticos los sacaría de la cárcel y les quitaría multas. Eso sí, les recordaría que con el dinero de todos no se juega y que “la confidencialidad no existe”.
Que te desvíes del presupuesto fijado lo entiendo, pero meter la mano en la caja..., eso no lo puedo entender