La Vanguardia

El Girona frena la euforia del Español (1-3)

Un Espanyol ambicioso cae ante el Girona tras encajar dos tempranero­s goles

- RAMÓN ÁLVAREZ

Frenazo a la ilusión y a la racha que el Espanyol mantenía en Cornellà. Dos goles de Stuani en los primeros minutos de juego frustraron la nueva oportunida­d que los blanquiazu­les tenían de dar otro salto adelante en la tabla. Siguen quintos, pero con un mal sabor de boca que tardará en irse. El Girona, por su parte, se eleva hasta la séptima posición, a un punto de los blanquiazu­les y empatado con el Real Madrid.

Los locales salieron dispuestos a continuar el espectácul­o pirotécnic­o con el que había culminado la inauguraci­ón de la nueva iluminació­n del estadio. Como un trueno, los de Rubi habían conseguido llegar con claridad al área del Girona cuando aún no se habían cumplido los 3 primeros minutos de juego. Bono impidió, al salvar un mano a mano con Borja Iglesias, que el partido se abriese con dominio local en el marcador. Pero en un abrir y cerrar de ojos, el mejor escenario posible para los blanquiazu­les se trocó en el peor. De la forma más inesperada, pero con el protagonis­ta previsible: un Stuani que parece tenérsela jurada a su exequipo y que se ha convertido en una auténtica bestia negra para el Espanyol.

Le bastaron dos minutos para mostrar sus dos mejores virtudes, desmarque y oficio, para desmontar a los locales y acabar con la euforia de la grada. Cabeceó primero un centro de Planas para abrir el marcador tras zafarse de Hermoso y, en la siguiente acción de ataque visitante, se escapó de Javi López para volver a cabecear a las redes. Los locales reclamaron un estirón del brazo del uruguayo sobre el central. Nada según el VAR. Y el Espanyol, como por arte de birlibirlo­que, se vio 0-2 ya en el minuto 8.

A los de Rubi no les quedaba otra que nadar a contracorr­iente. Y fue entonces, cuando el partido entró en una fase de normalidad tras la locura inicial, cuando el Espanyol detectó a lo que se enfrentaba. Eusebio, como ya había hecho Berizzo en la visita del Athletic a Cornellà, había planteado una intensa presión a la salida de balón del Espanyol. Esta vez con el añadido que incluso los carrileros blanc-i-vermells presionaba­n a los laterales o interiores españolist­as cuando intentaban conducir desde las bandas.

Jugaba el Girona al error y el Espanyol al acierto. Y aunque en la mayoría de las ocasiones ganó el acierto, a los locales les costó horrores alcanzar con claridad el área del Girona y, cuando lo hicieron, se encontraro­n con un magistral Bono que en esos primeros 45 minutos salvó hasta dos goles sobre la línea de gol. Uno de David López y otro de Dídac, el blanquiazu­l más incisivo desde la banda.

El Espanyol era el dueño del partido, pero eso le servía de bien poco si no conseguía acortar distancias. Necesitaba algo más que el control del balón y no podía dejar descubiert­as las espaldas, ya que el Girona había demostrado que tenía argumentos de sobra para marcar el tercero. Pero fue en vano y el partido se fue así al descanso sin más historia que la lesión de Planas, otra en la plaga que sufre el Girona en lo que va de temporada, y el feo codazo de Stuani en la cara de David López, el mismo jugador a quien fracturó la nariz la pasada campaña.

Tras la reanudació­n, Rubi dio una nueva vuelta de tuerca con la entrada de Piatti primero y de Melendo poco después. En los últimos 20 minutos fue Puado quien ingresó por un Sergio García que también se retiró con molestias. El técnico blanquiazu­l tenía que revolucion­ar el partido como fuera. Y lo que consiguió, de entrada, fue que el Girona acabase jugando en su campo en todo ese período.

El duelo fue definitiva­mente local. Incluso Eusebio, que también movió el banquillo para reforzar el centro del campo con Granell, aceptó que había llegado el momento de guardar la ropa. Y el Girona supo sufrir y resistió hasta que Borja Iglesias, cómo no, devolvió la esperanza y el aliento a una grada de Cornellà que, sin llenarse, sí registró su mejor entrada. En la enésima brega en el área, el Panda remató

tras un primer rebote un centro de Piatti que le llegó sucio, pero del que acabó sacando petróleo.

Al Espanyol le quedaba un cuarto de hora para, al menos, salvar un punto. Y las ocasiones, esta vez, llegaron ante un Girona encomendad­o ya a achicar balones y apretar los dientes. Bono, una vez más, resultó providenci­al para detener un gran disparo de Borja Iglesias y redondear su actuación. Pero de nuevo llegó el chasco para los locales. En lugar de encontrar el empate in extremis lo que obtuvieron fue la sentencia en una acción aislada de Doumbia, que había salido por Stuani y marcó el tercero en el 90 con una larga carrera y un remate en el que Diego López cometió un error.

SIN SALIDA

Los locales volvieron a sufrir una presión asfixiante que sólo superaron en el segundo tiempo

GIGANTE BAJO PALOS

Bono abortó varios goles cantados de los blanquiazu­les con grandes intervenci­ones

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NURPHOTO / GETTY Espinosa cabecea el balón ante una defensa blanquiazu­l que sufrió para contener las acometidas del Girona

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