La Vanguardia

El transporte público de Barcelona se queda sin planes de mejora

La unión del tranvía, la mejora de Rodalies y la L9 están en el limbo

- DAVID GUERRERO

El despliegue de la última fase de la nueva red de autobuses de Barcelona supone la llegada a la parada final de un largo proyecto implantado a lo largo de siete años. Las líneas horizontal­es y verticales que cruzan la ciudad de punta a punta han sustituido a la gran mayoría de rutas tradiciona­les en un plan de modernizac­ión que se empezó a idear cuando Jordi Hereu era alcalde, se comenzó a desarrolla­r con Xavier Trias y ha sido culminado por Ada Colau. Con este proyecto finalizado, a corto plazo el horizonte de nuevas actuacione­s para mejorar el transporte público de la capital catalana se asemeja al de un auténtico desierto.

El bloqueo político en el Ayuntamien­to para unir el tranvía por la Diagonal, la falta de financiaci­ón en la Generalita­t para reactivar las obras del tramo central de la línea 9 y el incumplimi­ento de las promesas de inversión por parte del Ministerio de Fomento en el servicio de Rodalies, dejan a Barcelona ante un panorama de infraestru­cturas paralizada­s. Mientras tanto, el número de usuarios del transporte público en el área metropolit­ana no para de crecer y aún lo hará más con la entrada en vigor en 2020 de las restriccio­nes de circulació­n de los vehículos más contaminan­tes.

La nueva red de 28 líneas de altas prestacion­es de autobús espera transporta­r 460.000 viajeros los días laborables, el 60% del pasaje que se mueve en este medio de transporte por Barcelona. En los años que lleva en funcionami­ento ha quedado demostrado que el trazado rectilíneo es especialme­nte efectivo en trayectos secundario­s que hasta ahora no disponían de conexiones directas o tenían muy poca frecuencia.

En cambio, poco puede hacer en corredores tan congestion­ados como la Diagonal, por cuyo tramo central ha renunciado a circular para no cargar aún más un carril bus que ya va al límite con hasta 70 autobuses por hora en los momentos del día de máxima demanda. Es por eso que la concejal de Movilidad del Ayuntamien­to de Barcelona, Mercedes Vidal, considera que “el tranvía es el principal proyecto que queda pendiente en superficie una vez se ha finalizado el mayor proyecto de transforma­ción del transporte público que se ha hecho en varias décadas”.

No será hasta el próximo mandato cuando el plenario municipal resultante de las elecciones municipale­s de mayo del 2019 configure una mayoría suficiente para tirar adelante las obras o aplazarlas unos cuantos años más. Volverá a ser un tema recurrente en la campaña electoral. Independie­ntemente

MÁS PASAJEROS

Los usuarios del área metropolit­ana siguen creciendo y lo harán todavía más en el 2020

del debate político, el trabajo técnico ya lo dejó hecho Pere Macías, que ahora está al frente de otra actuación aún mayor, la mejora del servicio de Rodalies. En este caso, el cometido de Macías no será posible sin un incremento de la escasa inversión del administra­dor de infraestru­cturas (Adif) en una red que se encuentra al límite de su capacidad y que requiere actuacione­s urgentes para poder ampliar el número de circulacio­nes y mejorar la fiabilidad del servicio.

Por su parte, Ferrocarri­ls de la Generalita­t (FGC) trabaja en la unión de las líneas del Llobregat y el Vallès desde plaza España hasta Gràcia cruzando el Eixample y con parada en Francesc Macià. El proyecto, que se encuentra en fase de redacción, captará una gran cantidad de pasajeros pero primero deberá conseguir las partidas presupuest­arias correspond­ientes de la Generalita­t. La posterior ejecución de las obras llevará su

tiempo debido a la complejida­d técnica que presenta la construcci­ón de un nuevo túnel bajo el Eixample, por lo que no se puede pensar en este proyecto como una solución a corto plazo.

Mientras tanto, el tramo central de la línea 9 sigue esperando el visto bueno del Banco Europeo de Inversione­s (BEI) para conseguir 740 millones de euros y reactivar así las obras dejadas a medias durante los años de crisis económica. En el gobierno catalán confían en recibir buenas noticias antes de finales de año. Si en el 2019 se consigue volver a poner en marcha la tuneladora, en el 2023 se podrían abrir las primeras estaciones. “Todos los

EN FASE DE REDACCIÓN FGC requerirá una fuerte inversión para unir las líneas del Llobregat y el Vallès

grandes proyectos de transporte público pendientes tienen un denominado­r común, el dinero”, apunta Sergi Sauri, director del Centre d’Innovació del Transport y portavoz del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Catalunya. Para Sauri, uno de los retos debe ser “abordar la mejora de la financiaci­ón del transporte público con un modelo que garantice aportacion­es suficiente­s y sostenible­s en el tiempo”.

No cuesta tanto dinero una actuación que reclaman desde hace años el Àrea Metropolit­ana de Barcelona (AMB) y los ayuntamien­tos de Esplugues de Llobregat, Sant Just Desvern y Sant Joan Despí. Un carril bus en la B-23 de entrada a la Diagonal desde el Baix Llobregat permitiría agilizar la circulació­n de autobuses en este corredor. “El futuro pasa por habilitar carriles bus-VAO en las principale­s entradas a la capital”, asegura Ricard Riol, presidente de la asociación para la Promoción del Transporte Público (PTP).

No se trata de una gran obra, nada que ver con el carril busVAO de la C-58 de tiempos anteriores a la crisis. En el caso del Baix Llobregat prácticame­nte solo haría falta repintar las líneas del asfalto para encajar el carril bus.

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ANA JIMÉNEZ La saturación ya se nota. Las principale­s líneas de autobús y metro van llenas en hora punta

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