La Vanguardia

El presupuest­o, problema doméstico

- Isabel Garcia Pagan

En el Consell Executiu ya no hay nadie que encuentre un incentivo para ir a elecciones, ni sin presupuest­o ni con sentencia condenator­ia de los líderes del proceso independen­tista antes del verano. Las encuestas ofrecen cierto alivio a ERC, pero la pregunta vuelve sin respuesta una y otra vez. Elecciones, ¿para qué? No hay alicientes ni en el Govern ni en la oposición. A excepción del PSC, ni siquiera Ciudadanos puede aspirar a repetir los resultados del 21-D. Además, la mayoría independen­tista es ya virtual en el Parlament, con la CUP instalada sin miramiento­s en la oposición. Y los intentos de acercamien­to a Catalunya en Comú se rigen por los mismos parámetros que el Govern. Discursos por un lado y gestión, si la hay, por otro.

Ahí, el Ejecutivo de Torra afronta su semana horribilis. Cinco días de huelga de los médicos de atención primaria, movilizaci­ón y paro de dos horas el jueves de los trabajador­es de la administra­ción pública –y huelga el 12 de diciembre–, huelga del sector de la enseñanza el mismo jueves, estudiante­s, Mossos…

La felicidad no la da aprobar el presupuest­o de la Generalita­t, pero ayudaría. Otra cosa es que la negociació­n es un problema doméstico, al margen de que no hay quien sume los votos suficiente­s para que salgan adelante en el Parlament. Sumar a los comunes es el objetivo preferente, tanto de JxCat como de ERC, pero las estrategia­s de los socios del Govern no confluyen.

Después de una primera ronda explorator­ia con los partidos, el vicepresid­ent y conseller de Economia, Pere Aragonès, no ha vuelto a convocar a los grupos, lo que ha provocado cierta inquietud en los comunes, que ya han puesto diferentes propuestas sobre la mesa y esperaban aprovechar el pleno de la semana pasada para arrancar la negociació­n. Desde la Conselleri­a de Economia aseguran que se han abierto vías no siempre presencial­es de contacto, pero entre los socios del Govern hay cierta alarma porque la negociació­n con algunas conselleri­es de JxCat sigue abierta. De hecho, en JxCat consideran que los presupuest­os deberían ser más expansivos y miran con recelo que el aumento del gasto se concentre en los departamen­tos que gestionan los republican­os y no sea proporcion­al.

Las diferencia­s domésticas incluyen incluso el aviso a Aragonès de que todavía no cuenta con los votos de sus socios en el Consell Executiu. A diferencia de los últimos presupuest­os que presentó Oriol Junqueras, para JxCat el aumento de algún tramo autonómico del IRPF ya no es una línea roja. La composició­n del grupo parlamenta­rio no es la que heredó la pasada legislatur­a Carles Puigdemont, y están dispuestos a hacer concesione­s en materia fiscal implanteab­les en el mandato anterior.

Por el contrario, las reticencia­s llegan ahora de las filas de ERC. Los republican­os quieren unos presupuest­os continuist­as con los de Junqueras y señalan que sus socios pretenden hacer campaña municipal con las cuentas. “Que nos dejen hacer”, se reivindica­n en Economia. Convencido­s de que “ni convergent­es ni comunes” se opondrán a que funcionari­os, médicos, mossos o bomberos “recuperen lo que es suyo”.

Sin proyecto de ley en el Parlament y la prórroga presupuest­aria asegurada, la aspiración del Govern era contar con unas nuevas cuentas en el mes de febrero. Con el juicio del 1-O y en vísperas de la campaña electoral, la negociació­n se resentirá tanto como las estrategia­s de los socios en el Consell Executiu.

Las últimas encuestas reconforta­n a ERC por la reafirmaci­ón de su apuesta política de corte pragmático frente al desgaste del proyecto de Carles Puigdemont. En el entorno del expresiden­t se admiten las dificultad­es políticas, concentrad­as en los problemas del electorado para identifica­r el proyecto. ¿CDC, PDECat, JxCat, la Crida…? A la multiplici­dad de siglas y de líderes se le suman las guerras internas por el espacio político de la extinta Convergènc­ia que debe preservar en las elecciones municipale­s de mayo más de cuatrocien­tas alcaldías y tres mil concejales.

La Crida está en proceso de construcci­ón a caballo entre Waterloo y Lledoners, donde lleva las riendas Jordi Sànchez; y el problema de encaje del PDECat en la formación, que tiene previsto definir su estructura el 8 de diciembre, puede acabar cronificán­dose si no se resuelve antes de Navidad. El inicio del juicio de los líderes independen­tistas está previsto para mediados de enero, y entonces no será el momento de dirimir disputas partidista­s.

Además, aunque la candidatur­a a la alcaldía de Barcelona está próxima a la resolución, la inacción y la indecisión permanente

Las encuestas reconforta­n a ERC, pero nadie encuentra alicientes para ir a elecciones, ni sin presupuest­os ni con condena por el 1-O

han aislado al movimiento de Puigdemont también en las elecciones europeas. EHBildu someterá a votación de sus bases la alianza con ERC y el BNG y la alianza de los puigdemont­istas con el PNV, después del choque entre el expresiden­t y el lehendakar­i y posteriorm­ente con el propio Torra, es un sapo de difícil digestión.

Pero los males abundan. En JxCat preocupa la mala nota del Govern, que se queda en un 3,72, pero también del president Quim Torra, el octavo en el ranking de valoración. Una posición insólita para un presidente de la Generalita­t, aunque entra dentro de la normalidad para aquellos que asumen que Torra no ocupa la presidenci­a para liderar un ejecutivo sino para mantener la tensión. Y lo que son dolores de cabeza en un lado son satisfacci­ones en el otro. ERC presume de que sus líderes son los mejor valorados, más aún cuando Puigdemont suspende por primera vez. También se exhibe con orgullo que los catalanes señalen a ERC como el partido que podría solucionar el problema de la relación entre Catalunya y España, con un 16,6%, frente al 7,2% de Junts per Catalunya.

Eso sí, no hay respuesta a la pregunta sobre si debería ser Pere Aragonès o Roger Torrent. Esa es una procesión que se lleva por dentro, pero que cada vez es más evidente por fuera aunque se intenten conjugar las estrategia­s personales. Ese es otro problema doméstico, pero sin resolución urgente.

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ENRIC FONTCUBERT­A / EFE Elsa Artadi, Pere Aragonès y Quim Torra forman el núcleo duro del Govern
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