La Vanguardia

El último cartucho

Los contactos entre el Gobierno y Carles Puigdemont para buscar una vía de diálogo no han fructifica­do al gusto de los independen­tistas. Cada día que pasa, estos ven que la única solución que les queda es un nuevo golpe de unilateral­idad.

- EN DIAGONAL Jordi Juan Cosidó, Ignacio Dani Mateo jjuan@lavanguard­ia.es

Madrid y Waterloo están cada día más lejos. El fino hilo de negociació­n abierto entre ambas partes había generado un cierto grado de esperanza, dentro del escepticis­mo general, pero las peticiones de pena contra los líderes del procés han supuesto un baño de realidad. La

sensación del equipo de Carles

Puigdemont es que el Gobierno del PSOE no puede cumplir sus compromiso­s porque no controla la maquinaria del Estado. Las sanciones económicas fijadas finalmente por el

Tribunal de Cuentas contra Artur Mas, Joana Ortega, Irene

Rigau y Francesc Homs, así como la petición final del Abogacía del Estado han sido dos reveses con los que no contaba el entorno de Puigdemont después de los contactos no oficiales establecid­os con emisarios del Gobierno central. La sensación de los independen­tistas es que, pese a las insinuacio­nes que han recibido de que puede haber una reducción de las penas durante el juicio, los líderes del procés van a recibir un castigo duro y severo. Tampoco fructifica la propuesta de Puigdemont de lograr una intermedia­ción internacio­nal de la Unión Europea para que supervise aquello que se pueda acordar. El Gobierno socialista está dispuesto a hablar de todo, pero no quiere aceptar someter la negociació­n a un árbitro internacio­nal como si España y Catalunya estuvieran a un mismo nivel.

En estas circunstan­cias, la dirección de JxCat entiende que sólo le queda un cartucho en la recámara para imponer sus condicione­s al no avanzar en su negociació­n con el Gobierno. La última bala es la vuelta a la unilateral­idad de octubre pasado, que provocó la aplicación del artículo 155 y el inicio de las actuacione­s de la Fiscalía. El famoso momentum que llegará coincidien­do con la sentencia del juicio en el Supremo y donde los sectores independen­tistas esperan que el malestar de parte de la opinión pública catalana explote. No fue casual que el propio Mas, moderado en muchos de los momentos claves de este largo conflicto, volviera a poner la unilateral­idad encima de la mesa esta misma semana. Aunque ya se sabe que ERC no está a favor de esta posición, los dirigentes de JxCat creen que los republican­os se verán arrastrado­s a seguirla a la hora de la verdad.

Así, pierde fuerza la opción de un adelanto electoral como respuesta a la condena del Supremo. Puigdemont no cree en esta vía pese a los intensos rumores que apuntan a hacer coincidir las elecciones catalanas con la emblemátic­a fecha del 1-O del 2019. Los estrategas independen­tistas creen que incluso en el hipotético caso de que mejoren los resultados del 21-D, estarían en la misma situación que se encuentran hoy. Por tanto, la opción radical va ganando cada vez más fuerza ante el convencimi­ento de que no tendrán otra oportunida­d en el futuro. El mensaje ha llegado a los interlocut­ores socialista­s, que han contestado que a Pedro Sánchez no le temblará el pulso en volver a aplicar el artículo 155, y hay quien ha añadido que este podría ser de ejecución más dura. Una fuente autorizada recuerda: “El PP no tenía cuadros para poner en las conselleri­es, pero el PSC los tiene de sobra”.

El contexto general español no ayuda a una desinflama­ción pese a los intentos del equipo de Sánchez, que hará un último intento de convencer a los dirigentes del Govern en su próxima visita a Barcelona. La crisis judicial, iniciada por la sentencia de las hipotecas bancarias y coronada por el watsap de

da alas a los independen­tistas para cuestionar toda la futura actuación del Supremo. Sólo faltaba que un juez quiera imputar a por su broma con la bandera española. A esta crisis institucio­nal se suma el agresivo lenguaje contra los independen­tistas de PP y Ciudadanos, que se puede radicaliza­r aún más con la llegada de un nuevo actor que los supera: Vox. Todo hace más difícil el intento del Gobierno socialista de relajar la situación y, en cambio, alimenta las tesis de los soberanist­as más radicales de aprovechar el momentum. En el fondo, el independen­tismo sabe que tampoco pueden mantener eternament­e el pulso con el Estado. El controvert­ido juicio contra los líderes del procés será su último cartucho.

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THIERRY ROGE / AFP El disidente chino Ai Weiwei y Puigdemont en una conferenci­a la pasada semana en Bruselas
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