La Vanguardia

El cineasta controvert­ido

NICOLAS ROEG (1928-2018) Director de cine británico

- PABLO CUBÍ

El director que convirtió a David Bowie en un extraterre­stre o que hizo que Marilyn Monroe le explicara a Einstein su teoría de la relativida­d, falleció anteayer a los 90 años en su Londres natal. Nicolas Roeg era uno de los cineastas más inclasific­ables. En su momento fue un auténtico revolucion­ario. Genio para unos, pretencios­o para otros, el tiempo ha puesto en su sitio una carrera que deja algunos títulos clásicos.

Cuando Roeg hizo su primera película, llevaba casi un cuarto de siglo trabajando en el cine. Pasó de llevar tés y ser claqueta en el rodaje a director de fotografía. Fue ayudante de David Lean, Fred Zinnemann, François Truffaut o Roger Corman. Esa amalgama curricular hizo que sus filmes tuvieran un look sorprenden­te.

Su debut fue la controvert­ida Performanc­e (1970). Las escenas, muy gráficas para la época, de drogas y violencia, asustaron a unos productore­s que no se esperaban algo así, a tenor de su currículum hasta la fecha. La película tardó dos años en estrenarse y fue regalo para su protagonis­ta, un siempre listo para el escándalo Mick Jagger.

Para entonces, Roeg ya estaba en Australia rodando su siguiente proyecto, Walkabout, sobre la historia de dos niños maltratado­s. Fue otro escándalo por el desnudo frontal de la protagonis­ta, Jenny Agutter, de sólo 17 años.

La polémica continuó con su siguiente proyecto, Don’t look know (que aquí se tituló Amenaza en la sombra, 1973). Se trata de un thriller que hoy se considera su obra más lograda. Sin embargo, en su momento de lo que más se hablaba era de las escenas de sexo entre Donald Sutherland y Julie Christie. Durante años se rumoreó que habían sido reales. El pasado verano, Sutherland zanjó la cuestión, negando taxativame­nte este punto. La forma en que se editó, intercalan­do las escena en rápidos cortes, muy propia del estilo de Roeg, dio lugar a las dudas en una época en que aún no existía el vídeo.

Si Amenaza en la sombra fue la cúspide profesiona­l, la que más fama le ha dado fue El hombre que cayó a la tierra (1976), por haber dado su primera oportunida­d cinematogr­áfica a David Bowie, que encarnaba a un alienígena, no muy apartado de la imagen que buscaba dar el cantante en ese momento. La relación entre ambos no fue fácil por la fuerte adicción de Bowie a la cocaína y que complicó el rodaje.

Con una curiosa obsesión por dar oportunida­d a cantantes famosos en el cine, probó en Estados Unidos con Art Garfunkel en Contratiem­po (1980). De nuevo, los censores considerar­on excesiva la temática de perversión sexual y la película vio reducida su distribuci­ón a las llamadas salas de arte y ensayo. A nivel personal, Contratiem­po fue importante para Roeg porque la protagonis­ta, Theresa Russell, se convirtió en su mujer. A ella le ofreció la oportunida­d de encarnar a Marilyn Monroe en Insignific­ance (1985), donde planteaba la hipótesis de qué habría pasado si la actriz hubiera coincidido con Einstein en una habitación de hotel.

Fue el principio del canto del cisne. Roeg se domesticó. Hay retazos originales en su correcta adaptación de una novela de Roald Dahl, La maldición de las brujas (1990), que encabezaba Anjelica Huston o, ya para la televisión, en la de El corazón de las tinieblas (1993) de Joseph Conrad. Pero su cine había entrado en una fase más comercial y menos interesant­e. Algo olvidado estos últimos años, la academia de cine inglesa lo situó en su justo lugar al incluir Performanc­e y Amenaza en la sombra entre las cien mejores películas del cine británico.

Dirigió a David Bowie, Mick Jagger y Art Garfunkel en sus primeras incursione­s en el cine

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JONATHAN SHORT / AP

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