La Vanguardia

El técnico que admira a Vila-Matas

- DOMINGO MARCHENA

Edu Castro, de 52 años, el entrenador del Barça Lassa de hockey patines y líder de la OK Liga, es la prueba evidente de que los clubs no tienen que buscar fuera lo que tienen en casa. Comenzó a entrenar cuando era un adolescent­e y llegó al FC Barcelona en el 2005, después de dirigir al Vilafranca y de ser el segundo técnico del Noia Freixenet. En el Barça comenzó como entrenador del equipo júnior y fue en dos etapas segundo entrenador del primer equipo, además de secretario técnico del hockey patines formativo. Desde el 2017 es el primer entrenador y su palmarés ya da vértigo: una Copa del Rey, una Supercopa, una Copa Continenta­l, una Liga catalana, una OK Liga y una Euroliga.

Pero hoy no viene a estas páginas por sus méritos deportivos. Viene porque...

“Niño, apaga la luz, que vas a gastar la batería”, le decían sus padres cuando se iban de vacaciones en una autocarava­na y él se pasaba la noche leyendo. Es un asiduo de la biblioteca Miquel Llongueras, junto al Palau Blaugrana. Siempre lleva en la mochila cuatro tomos, por lo general un poemario, un libro de viajes, un ensayo y una novela. Los de ayer eran Poesia completa, de Miquel Martí i Pol; Direcció Lisboa, de Josep Pla, Luz en la caverna, de Eugenio Ímaz; y Bartleby y compañía, de Enrique Vila-Matas. Vila-Matas, siempre Vila-Matas. “Admiro profundame­nte a este escritor. Es un referente, un ejemplo de metalitera­tura porque sus lecturas te llevan a otras. He devorado todas sus obras y regreso a cualquiera de sus títulos cada cuatro o cinco libros”, explica este entrenador afable, sencillo y culto, con una erudición literaria y filosófica (la filosofía, otra de sus pasiones) que no exhibe, pero que se cuela en su conversaci­ón casi sin querer, con modestia.

Vive en Martorell y es un trabajador del deporte. Llega a las 7 de la mañana al Palau, donde juegan cuatro equipos de primerísim­o nivel: las secciones de baloncesto, balonmano, fútbol sala y hockey patines. Nunca se va antes de las 5 de la tarde. Las jornadas son largas. Charlas con el segundo entrenador y el preparador físico, Jordi Roca y Dani Fernández. Visionado de vídeos de los rivales (esta semana al menos siete porque el sábado tienen partido europeo en Portugal contra la União Desportiva Oliveirens­e). Entrenamie­ntos, que comienzan a las 14 o 14.30 horas. Charlas con los jugadores. Más vídeos... Pero él aprovecha cualquier tiempo muerto, aunque sea sólo de unos minutos, para leer. En catalán, castellano, gallego y, desde hace poco, también en portugués para sentirse aún más cerca de otro de sus faros, Fernando Pessoa.

“He leído más que he entrenado. Por eso no soy un entrenador que lee, sino un lector que entrena”. Entrenar, añade, “es ante todo comunicar”. Y los libros le han enseñado a transmitir ideas y a saborear las contradicc­iones. Diez segundos antes de cada partido, se hermana con el Bartleby de Melville (y de Vila-Matas): “Preferiría no hacerlo”. Sólo es un relámpago. Pronto se sobrepone y disfruta con los nervios de la competició­n. De la literatura también aprendió que “es mejor sentirse querido que poderoso” (Fausto, de Goethe) y eso aplica a su plantilla.

Antes de los partidos Edu Castro piensa en el

Bartleby de Melville y Vila-Matas: “Preferiría no hacerlo”. Pero se sobrepone

y lo hace

UN BIBLIÓMANO

Edu Castro, líder del Barça de hockey patines, “no es un entrenador que lee, sino un lector que entrena”

Cualquier formato es bueno, pero él prefiere los “libros de verdad, de papel. Me regalaron uno electrónic­o y no lo uso. Necesito tocar, oler, sentir las páginas”.

Todos tenemos un punto de inflexión. El

tournant, dicen los franceses. El momento de Edu Castro tiene una protagonis­ta y un escenario: la profesora Carmen Melchor y la escuela teresiana Pare Enric d’Ossó, de Bellvitge, en l’Hospitalet de Llobregat, donde creció este niño de padres gallegos. Un día, esta maestra pidió a su clase que leyera

Crimen y castigo, de Dostoyevsk­i. Fue como la rotura de un dique y una inundación tremenda: Dostoyevsk­i, pero también Tolstói, Gógol, Chéjov... Y de los clásicos rusos a los clásicos de la literatura catalana. De la literatura castellana. De la literatura.

Fiódor Dostoyevsk­i, que escribió a la vez El jugador y Crimen y castigo, demostró que se pueden hacer dos cosas bien. Y eso hace Edu Castro. Es un excelente entrenador y un excelente lector. Pero la lectura, recalca, es su afición. Otros tendrán otras. No trata de hacer proselitis­mo. Tampoco se siente mejor ni peor que los devotos del cine, del ganchillo o de las torrijas. No busca a otros

lletraferi­ts sólo porque lo sean, aunque la literatura y tener el oído fino le han ayudado. El oído fino es básico. Una vez, durante la transmisió­n de un partido de fútbol, escuchó decir a Raúl Tamudo una frase de la que se ha apropiado: “No repitamos los mismos errores, cometamos otros”. El sábado se la recordará a sus jugadores antes del duelo contra el Oliveirens­e. Y si un día se cruza en la calle con Enrique Vila-Matas o con Carmen Melchor ya sabe qué les dirá.

Gracias.

 ?? ÀLEX GARCIA ?? A LisboaEdu Castro, ayer, cerca de la cafetería donde desayuna cada día, con uno de los cuatro libros de su mochila, Direcció Lisboa ,deJosep Pla
ÀLEX GARCIA A LisboaEdu Castro, ayer, cerca de la cafetería donde desayuna cada día, con uno de los cuatro libros de su mochila, Direcció Lisboa ,deJosep Pla

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