Macron ofrece una tregua
La suspensión de 6 meses de la ecotasa no basta a los ‘chalecos amarillos’
Emmanuel Macron ha cedido sólo a medias. La retirada temporal de las impopulares medidas que han provocado la protesta de los chalecos amarillos son un intento de tregua, una marcha atrás táctica, pero está por ver si el apaciguamiento se consolidará. Las primeras reacciones, ayer, no auguraban un final próximo de la crisis.
Mientras el presidente permaneció callado y visitó la prefectura de Puy-en-Velay –incendiada el sábado–, fue el primer ministro, Édouard Philippe, quien anunció, en una alocución televisada, una moratoria de seis meses de la ecotasa de los carburantes que debía entrar en vigor el primero de enero. También se suspenderá, durante el invierno, el aumento del gas y de la electricidad. Tampoco se aplicará, por ahora, la nueva inspección técnica de los vehículos, más severa que la actual, que había encrespado a los conductores.
Los chalecos amarillos exigían al Gobierno que diera estos pasos, pero hubieran querido que no fuera una simple moratoria sino su cancelación definitiva. Además, las reivindicaciones del movimiento contestatario se han ido ampliando para incluir una revisión integral de la política fiscal, la subida del salario mínimo, la reimplantación completa del impuesto a las grandes fortunas y modificaciones institucionales como un sistema electoral proporcional –que refleje mejor la pluralidad política– y la celebración de referéndums sobre grandes decisiones de carácter social.
Es evidente que lo ofrecido por Philippe pareció muy insuficiente a los activistas, si bien consiguió sembrar divisiones entre el sector duro y el más posibilista. La oposición parlamentaria siguió atacando al Gobierno por reaccionar tarde y mal. Es obvio que los adversarios de Macron se frotan las manos con su desgaste. Una última encuesta le da un 23% de apoyo, el mínimo desde que llegó al Elíseo.
El primer ministro, que había sido inflexible, durante semanas, sobre la necesidad de aplicar la ecotasa para avanzar en la transición ecológica, justificó la marcha atrás por una cuestión de orden público. La misión del Gobierno es, por encima de todo, ser “garante de la paz pública”. “Fijar el rumbo y mante- nerlo es una necesidad para gobernar Francia, pero ningún impuesto merece poner en peligro la unidad de la nación”, enfatizó.
El jefe del Ejecutivo recordó los cuatro muertos y centenares de heridos habidos ya durante las protestas. Prometió perseguir y castigar a los responsables de los graves actos de vandalismo y los pillajes cometidos en París y otros lugares. Ante la convocatoria de otra protesta en la capital –la cuarta–, este sábado, dijo que había que solicitar permiso y celebrarse “con calma”. El Ministerio del Interior estudia una estrategia distinta. En lugar de establecer controles para entrar en los Campos Elíseos –lo cual desplazó los choques a los accesos y a otras áreas de la ciudad– parece que ahora se prefiere un despliegue más móvil de los antidisturbios.
Philippe trató de mostrarse comprensivo con las inquietudes de los chalecos amarillos, para no incendiar aún más el ambiente. Admitió que la cólera popular se ha incubado desde hace mucho tiempo y tiene motivos, dada la “profunda injusticia” de tantos ciudadanos que trabajan largas jornadas a cambio
EL PREMIER SE JUSTIFICA
“Ningún impuesto merece poner en peligro la unidad de la nación”
VOLUNTAD DE APACIGUAR
El Gobierno cancela la subida del gas y la electricidad durante este invierno
de una remuneración insuficiente, que apenas les permite vivir con dignidad, además de soportar una fiscalidad excesiva. Insistió en que también el Gobierno quiere “que el trabajo sea recompensado y que bajen los impuestos”.
Junto a las decisiones revocadas, Philippe ofreció un diálogo nacional, en todo el territorio, sobre la fiscalidad y los gastos públicos. Mientras las ecotasas no se aplican, se discutirá sobre “medidas de acompañamiento” para amortiguar y compensar el nuevo impuesto. Dejó caer incluso que, si esas medidas compensatorias no convencen, la ecotasa misma podría replantearse. Más vagas fueron sus promesas de promover los transportes públicos en áreas ahora infradotadas y de mejorar la oferta de vivienda en las ciudades que se han encarecido mucho y que han obligado a muchos a huir a las periferias y a depender del automóvil.
Entre los chalecos amarillos hubo respuestas diversas. Se tomó nota de que el Gobierno se ha movido, pero muchos portavoces consideraron insuficientes las concesiones. Así se expresaron los representantes del movimiento en la región de Burdeos, una de las más activas, y también Benjamin Gauchy, el mediático portavoz de los activistas de Toulouse. Las acciones de filtro y bloqueo del tráfico continúan. Jacline Mouraud, la hipnoterapeuta de Bretaña que, con su vídeo colgado en Facebook, fue una de las iniciadoras de la revuelta, quiso otorgar al Gobierno el beneficio de la duda y se mostró partidaria de dialogar. Para ella, es “irresponsable” haber vuelto a convocar una manifestación en París, teniendo en cuenta la gravedad de los incidentes del pasado sábado.
Por efecto contagio con la agitación general que han logrado los chalecos amarillos, los estudiantes de los institutos de enseñanza media, los liceos, se han lanzado también a la protesta contra la reforma educativa del actual Gobierno. Unos 200 liceos fueron bloqueados ayer en toda Francia. Hubo alteraciones de orden público, con enfrentamientos con la policía y quema de mobiliario urbano, en Clermont-Ferrand, Montélimar, Pau, Blagnac y otras ciudades. El lunes se produjeron incidentes graves en Aubervilliers, un suburbio al norte de París. Los estudiantes llegaron a prender fuego a un vehículo.
Una de las pesadillas del Gobierno francés es precisamente que la revuelta de los chalecos amarillos , si continúa y se radicaliza aún más, pueda encender la mecha para otros disturbios en áreas con gran malestar latente y tradición levantisca, como las banlieues de grandes ciudades. Sería entonces la tormenta perfecta.