La Vanguardia

Un tipo normal

- Eduard de Batlle

Ernesto Valverde tuvo tiempo de hacer muchas cosas en las dos temporadas en las que dirigió al Espanyol. En el césped, llevó al club a su segunda final europea y a la mejor primera vuelta de Liga de su historia. Todo eso lo consiguió sorteando hábilmente un obstáculo inicial: un núcleo duro del vestuario talentoso pero muy particular. Su obra no tuvo un buen final, con unos últimos meses decepciona­ntes. Pero el recuerdo de aquella etapa dibuja una sonrisa nostálgica en muchos aficionado­s del Espanyol.

A Valverde en el Espanyol se le quiere mucho. Y diría que no por lo que su equipo hizo en el césped, o no sólo por eso. Si en el banquillo fue un técnico brillante, aún lo fue más en sus aparicione­s públicas. Sus ruedas de prensa desprendía­n inteligenc­ia, ambición y normalidad. En eso Rubi se le parece mucho. Siempre he pensado que al perico se le gana o se le pierde por ahí, delante del micrófono. El encumbrami­ento y posterior descenso a los infiernos de Quique Sánchez Flores es el perfecto ejemplo de ello. Y Valverde en la sala de prensa es muy bueno. Siempre lo ha sido.

Quizá sea un tipo demasiado normal (en todos los buenos sentidos que tiene la palabra, que para mí son muchos) para estar cierto tiempo en el Barça. Le imagino harto de los egos de dentro y del ruido de fuera. Eso debe cansar a cualquiera que no haya mamado el club desde siempre o no sea un genio medio loco. Apunten para el futuro por si acaso: creo que Rubi también se le podría parecer en eso.

De hecho, siempre he sospechado que a Valverde le queda todavía algún capítulo por escribir en el Espanyol. Sería bonito. Y normal.

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