La ONU aprueba un acuerdo de “principios” sobre las migraciones
El pacto es boicoteado por EE.UU., Chile, Israel, Australia y varios países de la UE
Casi 150 países de las Naciones Unidas, de las 193 que lo componen, adoptaron ayer en Marrakech (Marruecos) el primer Pacto Mundial sobre Migración (PMM). Sin necesidad de votación ni de firma, el texto, un primer intento de regular las migraciones de manera “segura, legal y ordenada”, fue aprobado por 150 países, entre los que no estaban naciones tradicionalmente receptoras de inmigrantes como EE.UU., Austria, Australia, Chile, Israel, Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría o República Dominicana, entre otros. Italia y Suiza lo someterán a la aprobación de sus parlamentos. En Bélgica ha provocado la ruptura de la coalición gobernante y en Alemania, la canciller Angela Merkel, recibida con grandes aplausos, tuvo que someterlo a la aprobación del Bundestag.
El texto no fue puesto a votación ni a ratificación porque ya había sido objeto de una laboriosa redacción de 18 meses, durante la cual ya se descolgó EE.UU. El PMM deberá ser ahora ratificado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el próximo día 19. Un 3,4% de la población mundial, unos 258 millones de personas, son hoy migrantes.
El texto adaptado se mueve en el terreno “de los principios”, sus recomendaciones no son vinculantes, no establece desembolsos financieros y su grado de cumplimiento se evaluará cada cuatro años. Pese a ello, ha suscitado la oposición radical de movimientos populistas y xenófobos de todo el mundo. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, hizo un llamamiento a combatir “los discursos xenófobos y excluyentes, que cercenan los valores y derechos universales y que nos pueden llevar a reeditar errores del pasado”. Sánchez quiso incidir en el hecho de que “los migrantes no son culpables; son en muchas ocasiones las víctimas”.
La iniciativa ha suscitado un aluvión de comentarios denigratorios y opiniones contrarias en buena parte de las sociedades de los países que finalmente se han quedado al margen del acuerdo. Tampoco ha sido bien acogido por las oenegés que trabajan con inmigrantes, quienes señalan que se trata de un “texto que no compromete a nada concreto a los países”. La intención del pacto es “salvar vidas y poner a los migrantes al abrigo de los peligros”. Sin embargo, el primer principio rector del acuerdo es “crear las condiciones que permitan a las comunidades y los individuos vivir con seguridad y dignidad en su propio país”, de tal forma que la migración “nunca sea un acto desesperado”.
Se trata de un listado de 23 objetivos que aluden a aspectos concretos como el derecho de cada individuo a una identidad legal, derecho a un trabajo decente y no forzado, mejorar la información que pueda necesitar todo inmigrante, fomentar la formación que mejore sus expectativas de empleabilidad, atender adecuadamente a los migrantes por razón de sexo o edad, etcétera. El texto prohíbe las detenciones arbitrarias y sólo autoriza los arrestos como último recurso.
Antonio Vitorino, presidente de la Organización Internacional para las Migraciones, asegura que “estamos asistiendo por parte de ciertos sectores políticos a la manipulación, la distorsión de los objetivos del Pacto, con la sensación de que la migración se ha convertido en el chivo expiatorio de todos los problemas culturales y sociales”.
El documento lista un total de 23 objetivos, pero sus recomendaciones no son vinculantes