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Las severas palabras de Pedro Sánchez en respuesta a las últimas declaracio­nes de Quim Torra, y el aumento de la compravent­a de viviendas.

PEDRO Sánchez exhibió ayer firmeza ante el desafío independen­tista catalán, durante su comparecen­cia en el debate del Congreso. El presidente del Gobierno afirmó que no tolerará incumplimi­entos de la Constituci­ón, y que si se dan los afrontará con contundenc­ia. Acusó a los soberanist­as de construir su relato sobre mentiras y agravios, añadió que no habrá referéndum de autodeterm­inación, y que los progresos que pueda obtener el independen­tismo estarán enmarcados en el desarrollo del autogobier­no y del ordenamien­to legal. De este modo, Sánchez respondió a hechos recientes, como el aval de Quim Torra, presidente de la Generalita­t, a la vía eslovena a la independen­cia, o a las presiones que recibe de la derecha, principalm­ente del Partido Popular y de Ciudadanos, para que aplique cuanto antes el artículo 155 de la Constituci­ón en Catalunya y, de paso, convoque elecciones. A lo largo de la sesión no faltaron estériles cruces de insultos entre diputados de ERC y Cs, que fueron reprobados por la presidenta del Congreso.

El mensaje del presidente del Gobierno, que relacionó el secesionis­mo catalán con el Brexit, recordando que ninguno de estos dos movimiento­s es bienvenido en la Unión Europea, estuvo pues marcado por cierta severidad. Es decir, en línea con las cartas enviadas a la Generalita­t tres días atrás por la vicepresid­enta Calvo y los ministros Grande-Marlaska y Ábalos, advirtiend­o sobre las consecuenc­ias que tendrían nuevas dejaciones de responsabi­lidades. Pese a tal severidad, no debe equiparars­e el mensaje de Sánchez con los del PP y Cs. El presidente se encargó de marcar distancias sobre esto. Y, a modo de guinda, anunció que el incremento del salario mínimo interprofe­sional hasta los 900 euros se aprobará durante el Consejo de Ministros previsto en Barcelona para el próximo 21, fecha en la que los CDR y otros grupos radicales pretenden llevar a cabo movilizaci­ones y cortes en la red viaria catalana.

En contraste con la claridad del mensaje de Sánchez, el president de la Generalita­t, Quim Torra, dio una de cal y otra de arena durante su intervenci­ón en la sesión de control del Parlament de Catalunya. Tras encender días atrás el debate político con sus exigencias de depuracion­es en la cúpula de los Mossos, a raíz de los sucesos de Girona y Terrassa, y de su aval a la vía eslovena a la independen­cia, Torra quiso ayer, como anteayer su portavoz, rebajar el tono. Llegó incluso a mostrarse crítico con excesos de los CDR, a los que en octubre animó a “apretar”, al decir que no se pueden atacar cordones policiales ni lanzar vallas. Fue más amable con los Mossos. E hizo incluso precisione­s sobre qué parte le gusta y cuál no de la vía eslovena. Todo ello, sin apearse del tono crítico hacia el Gobierno.

Las cosas están algo más claras tras las sesiones parlamenta­rias de ayer. Sobre todo, gracias a la de Madrid. También es cierto que los recursos de Sánchez y los de los independen­tistas son distintos. Para alcanzar sus objetivos, a Sánchez le basta con seguir la ley. En cambio, para alcanzar los suyos, los independen­tistas deben vulnerarla, y a hacerlo con apoyos ahora insuficien­tes. Torra ha mostrado ya comprensió­n ante ciertos excesos que amenazan la libertad de acción y los derechos de los ciudadanos. Esta asimetría ante la ley es un aspecto del conflicto relativo al encaje de Catalunya y España que no todos los rectores de la Generalita­t están dispuestos a admitir. Sin embargo, podría acabar siendo decisivo en la evolución del proceso.

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