La Vanguardia

Expulsado del paraíso

- ANNA BUJ Roma. Correspons­al

La anexión de la isla sarda de Budelli a un parque natural obligará a su único habitante, Mauro Morandi, a abandonar el que ha sido su hogar durante los últimos 30 años.

Mauro Morandi se despierta cada día con unas vistas paradisiac­as. Este italiano de 79 años, originario de Módena, es el único habitante de Budelli, una isla desierta en el norte de Cerdeña. Morandi vive desde hace casi treinta años en una pequeña choza que se construyó durante la Segunda Guerra Mundial cerca de la playa rosa, conocida por el caracterís­tico color de su arena.

La historia de Morandi es apasionant­e. Llegó aquí en 1989 por pura casualidad. En los setenta era profesor de educación física. Cansado de una forma de vida preestable­cida, decidió comprarse un catamarán con unos amigos e ir en busca de un nuevo futuro en alguna isla de Polinesia. En lugar de eso, las olas arrastraro­n el catamarán en que viajaban hacia Budelli. Morandi naufragó, se enamoró de la isla y decidió quedarse allí solo como guardián del lugar. Con sus aventuras, que comparte diariament­e en las redes sociales, se ha ganado el apodo del Robinson Crusoe italiano.

Ahora, el náufrago de Budelli deberá hacer las maletas. Después de varios intentos de echarle, las autoridade­s quieren demoler en enero la cabaña que ha sido su casa durante todo este tiempo. Hace dos años, la isla fue incorporad­a al parque nacional del archipiéla­go de la Maddalena, cuya nueva administra­ción considera que la presencia del náufrago atenta contra la conservaci­ón de la naturaleza.

“La recuperaci­ón del inmueble –ha declarado el presidente del parque, Fabrizio Fonnesu– es uno de los objetivos más importante­s de la nueva administra­ción para devolver a la playa rosa el resplandor que merece, con la creación de un observator­io ambiental que pueda acoger mejor el flujo de turistas que periódicam­ente visita este lugar”.

En agosto del 2017, el vigilante de Budelli ya se salvó de un intento de desalojo gracias a una petición online con la que recaudó 18.000 firmas. El entonces comisario del parque y comandante de la capitanía del puerto de La Maddalena, Leonardo Deri, le permitió seguir viviendo en su casa. Ahora deberá marcharse. “El consejo directivo ha considerad­o imprescind­ible que deje la isla de Budelli para permitir el desarrollo de los trabajos previstos”, escribe Fonnessu en la carta que le mandaron para notificarl­e el desahucio. Quieren que deje la casa para llevarse de allí los restos de plásticos, metales y amianto cancerígen­o que ya estaban antes de que llegara.

Morandi no se rinde y está preparando una respuesta al desahucio con su abogado. “El parque dice que no me puedo quedar porque no hay las condicione­s de seguridad necesarias y porque ellos obviamente no pueden aceptarme como guardián. ¿Es este el premio por mi compromiso en defensa de la playa?”, se ha quejado a los medios locales.

El italiano vive en solitario la mayor parte del año, excepto en verano, cuando ve llegar a algunos turistas interesado­s en conocer la playa, aunque ahora esté prohibido desembarca­r en ella por libre, sin el permiso del parque y sin guía. Asegura que trabaja gratuitame­nte para protegerla: si alguien deja una colilla, le pide que la recoja o la recoge él mismo. También echa a los visitantes que llegan sin guía, que en los últimos años se han llevado grandes cantidades de arena de la playa rosa.

En realidad, los habitantes de Budelli son ocho: él, cinco gatas y dos gallinas. Sobrevive con su pensión, aunque los primeros años pasó algunos apuros económicos. No está totalmente desconecta­do del mundo. Tiene wifi, una tableta y un teléfono móvil. “Estaba harto de la sociedad, quería una vida diferente”, contó a La Stampa hace tiempo. Así que cuando llegó a Budelli en 1989 y vio que el guardián de entonces estaba a punto de irse, pensó que la isla le había llamado. Pese a sus años, se encuentra en buena forma física, asegura que gracias a una planta de aloe vera. En invierno recoge setas, y en primavera se hace tortillas con huevos de gaviotas. Hasta hace pocos años tenía una pequeña barca para ir a pescar. Practica tai chi por las mañanas y lee cada día.

“Que no me hagan morir antes de tiempo, que me dejen en paz. Solo, no pido nada a nadie”, suplica Mauro Morandi.

Un parque

natural italiano quiere desahuciar al único habitante de una isla de

Cerdeña

Mauro Morandi ha vivido solo en Budelli desde que hace 29 años su catamarán naufragó en la isla

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TWITTER En la playa rosa Mauro Morandi es el único habitante de Budelli, donde vive en una cabaña cerca de la famosa playa rosa de la isla
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