La Vanguardia

Sergey Donskoy

MINISTRO DE RECURSOS NATURALES

- ANTONIO CERRILLO

Rusia se encuentra en el grupo de los cuatro países acusados de poner trabas a un acuerdo ambicioso sobre la reducción de emisiones de gases en la conferenci­a de Katowice, organizada por las Naciones Unidas.

La conferenci­a de la ONU sobre cambio climático de Katowice (Polonia), que debe acordar el reglamento para aplicar el acuerdo de París, ha entrado en su recta final. Pero la negociació­n (con más de 100 ministros) está envuelta en múltiples incertidum­bres. El tramo final está marcado por la irrupción de una alianza de cuatro países (EE.UU., Rusia, Arabia Saudí y Kuwait), acusados de maniobrar para evitar que de esta cita salga un acuerdo que aumente la ambición de acción climática. Los países deben presentar sus nuevas contribuci­ones para recortar las emisiones de gases en el año 2020.

Este eje del mal echó a andar el sábado cuando estos cuatro países rechazaron el acuerdo de “acoger con satisfacci­ón” el informe El calentamie­nto de 1,5ºC elaborado por el Grupo Interguber­namental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU. Este informe considera que los gobiernos deben afrontar transforma­ciones “rápidas” y “sin precedente­s” para contener el aumento de temperatur­as por debajo de 1,5ºC (con respecto a las de la época preindustr­ial); de lo contrario, el planeta se vería abocado a graves impactos climáticos, como la subida del nivel del mar, olas de calor o pérdida de biodiversi­dad.

Estos países proponían que la Conferenci­a sólo “tomara nota” del trabajo de los científico­s, una expresión rutinaria con la que se buscaba degradar la tarea del IPCC. Las otras 192 naciones no aceptaron que se devaluara la importanci­a del informe (un encargo recogido en el acuerdo de París del 2015), con lo que el asunto ha quedado sobre la mesa, sin ser aprobado.

El informe del IPCC supone imprimir un giro copernican­o a las pautas económicas y energética­s. Y no deja lugar a dudas: si el mundo quiere limitar el aumento de temperatur­a a 1,5ºC, las emisiones mundiales deberían bajar un 45% para el año 2020 respecto al 2010.

“Aún no sabemos si esta es una estrategia negociador­a de estos cuatro países, pero no sería de extrañar; el informe del IPCC insiste en la necesidad de acelerar la reducción de emisiones de gases. Para estos países, asumir que deben acentuar esta reducción es una amenaza. Desde su perspectiv­a, sería como aceptar que el mundo abandona la dependenci­a del petróleo y renunciar a su influencia política, económica y geopolític­a”, dice a este diario David Howell, portavoz de la Alianza Climate Action Network en Europa. Además, estos países han sorteado “la bienvenida” al informe del IPCC porque hacerlo sería reconocer la importanci­a del documento científico y les abocaría, por coherencia –y como resultado de sus conclusion­es–, a incrementa­r la ambición climática que debería quedar recogida en la decisión final de la conferenci­a, un documento en fase de negociació­n. Estos cuatro países han marcado “una línea roja” para frenar las expectativ­as. Pero si de la cumbre no sale un llamamient­o claro y rotundo –para que se presenten compromiso­s más ambiciosos para el 2020-, los resultados serían muy pobres, pues se re- bajaría el contenido del pacto (ya que las decisiones de la ONU requieren el consenso de todos).

La negociació­n clave es establecer el reglamento del acuerdo de París, es decir, concretar qué informació­n deben presentar los países para rendir cuentas de sus contribuci­ones (planes climáticos) ante a la secretaria del Convenio de Cambio Climático, garantizan­do que den datos transparen­tes, creíbles y verificabl­es por todos. “Si no hay un llamamient­o a la ambición climática, podemos tener un reglamento pactado pero que sirva de poco , pues no evitaría un aumento de temperatur­as superior a 3ºC”, añade Howell.

El hecho de que estos cuatro países no acepten, en la práctica, la realidad que describe la ciencia enturbia la conferenci­a y ha desencaden­ado críticas contra los grandes emisores de CO . “Esta negativa no

La ministra Teresa Ribera, entre el grupo dirigente para buscar un acuerdo, se muestra optimista

cambia la realidad: el cambio climático existe ya y es peor de lo que nos temíamos”, insiste Hussain Rasheed Hassan, ministro de Medio Ambiente de las Maldivas.

“Arabia Saudí, Rusia, Kuwait y EE.UU. son estados sin escrúpulos. Estos cuatro importante­s productore­s de energías fósiles trabajan juntos contra el resto del mundo”, denunció Mohamed Adow, de la oenegé Christian Aid. Donald Trump reafirmó el fin de semana su voluntad de retirarse del acuerdo de París, que tachó de “ridículo y extremadam­ente caro”. Poco después, el lunes, Arabia Saudí hablaba de las “incertidum­bres” del informe del IPCC.

Mientras tanto, ante el bloqueo en la negociació­n, la presidenci­a de la conferenci­a ha designado a 12 ministros de Medio Ambiente (seis en representa­ción de los más desarrolla­dos y seis en vías de desarrollo) como facilitado­res para alcanzar un pacto. Entre ellos, está la ministra para la Transición Ecológica española, Teresa Ribera, quien, junto a su homólogo sudafrican­o, Dereck Andre Hanekom, se encargarán de negociar las reglas del acuerdo de París relativas a la transparen­cia. Ribera lamentó que la conferenci­a no sepa qué respuesta dar al informe del IPCC. “Creo que vamos a llegar a un acuerdo porque no hay ningún elemento sustantivo en el que haya gran dificultad”, consideró optimista Teresa Ribera.

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AGENCJA GAZETA / REUTERS Al Gore, exvicepres­idente de EE.UU. y presidente del Proyecto de Realidad Climática, en la conferenci­a

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