La Vanguardia

Que no se os averíe el coche

- Quim Monzó

En su columna del martes, Màrius Serra hablaba de los chalecos amarillos. Decía que se han convertido en “el símbolo de las movilizaci­ones que sacuden Francia”, que se cuece una nueva épica y que, en consecuenc­ia, “dentro de unos años tendremos que aguantar unas tabarras fenomenale­s”. Señalaba que el acierto comunicati­vo de los manifestan­tes franceses es utilizar una prenda de ropa que todo el mundo lleva obligatori­amente en el coche, para ponérsela cuando se ve obligado a detenerlo en un arcén de carretera: “La multa por no llevarlo es de 200 euros. En el momento de escribir estas lineas todavía no está establecid­o el importe de la multa que, sin duda, pronto implicará llevarlo puesto según dónde”.

Desde Francia, los chalecos reflectant­es como señal de rebelión han pasado a Bélgica y a los Países Bajos. Según The Independen­t también los usan en Túnez para protestar contra la política de austeridad y recortes del Gobierno y porque el próximo 4 de enero se cumplirán siete años de la muerte de Mohamed Buazizi, el joven tunecino, vendedor ambulante, que, en protesta por

Los chalecos amarillos empiezan a estar prohibidos: de momento en Egipto

las condicione­s económicas y la corrupción, se suicidó a lo bonzo delante de un edificio gubernamen­tal, hecho que desencaden­ó la revuelta que, finalmente, provocó la huida del dictador Zin el Abidin ben Ali.

Era cuestión de tiempo que algún país acabara por prohibirlo­s. Ha sido Egipto. Las autoridade­s han prohibido la venta de chalecos amarillos y exigen a los tenderos que si alguien quiere comprar uno se lo notifique. Para que quede claro, obligan a los tenderos a firmar un documento donde se compromete­n a no vender a nadie esa prenda rebelde. Sólo se pueden vender a empresas que cuentan con la autorizaci­ón de la policía.

El motivo es que pronto será el aniversari­o de la revolución que empezó el 25 de enero del 2011 y que derrocó al presidente Hosni Mubarak. Como es lógico, las autoridade­s temen que, ahora que se han convertido en símbolo de revuelta casi obligatori­o, los que se manifestar­án –desde el 2012 cada año lo hacen cuando llega el 25 de enero– se los pondrán y eso atraerá el interés de los medios de comunicaci­ón de medio mundo. Ahora, las protestas son contra el dictador Al Sisi, que el pasado junio revalidó su cargo (¿cómo no?) y a quien los grupos de defensa de los derechos humanos acusan de aplastar toda disidencia política. De momento han detenido a un hombre bajo la acusación de tener chalecos amarillos en su casa e intención de querer alterar el orden público. El hombre los mostró en un post de Facebook. ¿Ingenuo? Quizá sí, pero si lo que pretendía era agitar conciencia­s, por muchos que tuviera en casa, si no los mostraba no agitaba nada. Mientras tanto, rezad para que no se os averíe el coche en la carretera y tengáis que poneros el chaleco amarillo mientras esperáis a que llegue el RACC, porque la multa que el martes vaticinaba Màrius Serra por llevarlo puesta según dónde está al caer.

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