La Vanguardia

La miseria

- Pilar Rahola

El humor debe atacar al corazón del poder, sea este de cualquier tipo, que, en cuestiones de poderío, tanto monta el domino periodísti­co, la cuenta de balances, el trono coronado o el despacho político. Y si se trata de un humor realmente libre, todos podemos acabar en su diana y sentirnos incómodos. De manera que para nada pongo en cuestión el derecho de Andrés Rábago García, alias El Roto ,de hacer chistes ácidos contra lo que desee y, especialme­nte, contra el proceso catalán. Al contrario, estoy segura de que nos va bien que nos den estopa, por aquello de despertar la autocrític­a, aunque sería agradable que disparara hacia ambos lados de la contienda, pero eso es pedir demasiado en estos tiempos de exaltación patriótica rojigualda.

Dicho lo cual, y militando radicalmen­te en la convicción de que el humor tiene fronteras más allá de las fronteras, también milito en mi derecho a expresar la repugnanci­a más profunda por la última viñeta de tan insigne humorista. Y no por el desprecio descarnado a los indepes con lacito, que estos ya estamos muy curtidos en el arte de aguantar improperio­s. Pero, para machacar a los pérfidos separatist­as catalanes, culpables del

Meterse con los judíos va con el manual, y con separatist­as, golpistas y lacistas, ya es de mérito

hundimient­o de la marca España, de la eclosión de la extrema derecha y de la muerte de Manolete, ¿es necesario usar una y otra vez la tragedia del Holocausto nazi? ¿Realmente no tienen otro saco lleno de mierda donde ir a buscar la miseria?

Para ilustrarno­s, así fue la viñeta: la imagen de un tipo sin rostro, con un lacito en el traje y, en el brazo, una cinta negra con una estrella de David amarilla, allí donde los nazis ponen su esvástica.

O sea, que dos símbolos de lucha contra la intoleranc­ia y la injusticia, que nos remeten a las víctimas, mezclados, en un totum revolutum, con el nazismo que masacró a millones de personas. Ariel Kanievsky (@ArielKanie­vsky) resumía su asquedad con este zasca monumental: “A este caricaturi­sta le parece muy chistoso burlarse del exterminio de 6 millones de judíos, pero seguro que no se atreve a sonarse los mocos con una bandera”. Y ahí está la cosa, porque para ser un humorista progre, valiente, libre y etcétera, lo normal es machacar a judíos y a catalanes (catalanes malos, por supuesto), mientras los Dani Mateo, desatadas las furias de la santa inquisició­n, tienen que pedir perdón por haber hecho un gag con la bandera española. ¡La española, dónde se ha visto tamaña herejía! Pero meterse con los judíos va con el manual, y con separatist­as, golpistas, huelguista­s de hambre y lacistas, eso ya es de mérito. Que le otorguen la cruz de Isabel la Católica, que la tiene merecida. Y para cerrar el círculo, que se la den los de Vox, que deben de aplaudir con las orejas la simpática viñeta de indepes y judíos comparados con los nazis. Es el sueño húmedo de cualquier militante de la extrema derecha. ¡Ah, calla, si la ha dibujado un progre! Raro, raro, raro...

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