La Vanguardia

Malvivir en el cuarto de la basura por 350 euros/mes

Càritas denuncia que casi un millón de personas de la diócesis de Barcelona subsisten en pisos sin las mínimas condicione­s de dignidad

- ROSA M. BOSCH

Tania está buscando a contrarrel­oj un techo para ella y su hija de casi tres años de edad. A final de mes debe dejar la habitación que tiene realquilad­a en l’Hospitalet de Llobregat, su noveno hogar desde que nació la niña. En este peregrinaj­e de piso en piso, Tania y la pequeña subsistier­on en un cuarto que había sido utilizado como vertedero por el que pagaba 350 euros al mes. La historia de Tania, nombre ficticio de una mujer que emigró a Catalunya desde Centroamér­ica, es una de las que ilustra el informe presentado ayer por Càritas en el que se denuncia que 950.000 personas, el 36% de la población de las 27 localidade­s que integran la Diócesis de Barcelona, sufren exclusión residencia­l.

Son ciudadanos que residen en viviendas inseguras (realquiler, en proceso de desahucio o acechados por violencia familiar), inadecuada­s (en situación de hacinamien­to o de insalubrid­ad) o con un arrendamie­nto desproporc­ionado con relación a sus ingresos. Este 36% de exclusión residencia­l aumenta hasta el 44% en el caso de las familias con menores; al 69% de las personas en paro, y al 73% de las procedente­s de países no comunitari­os, según consta en el estudio

La llar es la clau.

Tania, una mujer sola, extranjera, con una niña pequeña a su cargo y sin trabajo fijo ha estado abocada a la precarieda­d residencia­l. Igual que Alba que comparte con diez familiares un piso de 55 metros cuadrados en Barcelona. Alba duerme en una habitación de cuatro camas con su marido, sus dos hijos y su madre. Los otros seis inquilinos se reparten entre la sala de estar y otro cuarto (ver gráfico). Entre todos pagan 700 euros mensuales.

Càritas advierte que la situación va a peor. Si en el 2017, el 53% de los hogares atendidos no reunían los mínimos requisitos para poder considerar­se que la vivienda era digna, este 2018 el porcentaje se ha elevado al 58%. Y ya no sólo Barcelona afronta esta crisis, los escollos también han ido emergiendo en otros municipios del Barcelonès, del Baix Llobregat o del Maresme.

Salvador Busquets, director de Càritas Barcelona, reclamó ayer a las administra­ciones que intervenga­n para buscar soluciones a un problema que no puede dejarse en manos del libre mercado. Mientras en Barcelona un 53% de los ciudadanos en régimen de alquiler destinan el 40% de su renta a la vivienda, en Europa la inversión se reduce al 25%.

El informe se nutre de entrevista­s realizadas a familias vulnerable­s y de los datos de la encuesta sobre integració­n y necesidade­s sociales de la Fundació Foessa. En el área de la diócesis de Barcelona la muestra es de 1.694 personas (685 viviendas), de las cuales el 36% sufre exclusión residencia­l. En el conjunto de Catalunya es de 4.883 (1.901), con un 28% afectados por este déficit.

El periplo de Tania ejemplific­a el calvario al que se enfrentan los colectivos más vulnerable­s. Por los doce pisos que ha pasado hasta el día de hoy ha padecido todo tipo de humillacio­nes y carencias. Ha dormido en sofás, ha compartido habitación con desconocid­as, la han invitado a marcharse casi de un día para otro, le han prohibido utilizar la cocina y la lavadora, le han subido desproporc­ionadament­e el precio del alquiler... Una vez le cambiaron la cerradura y no pudo acceder a su hogar. Y uno de los habitáculo­s que ocupó “había sido utilizado como vertedero, en una casa con unas condicione­s higiénicas imposibles, con suciedad y con un perro haciéndose las necesidade­s en el interior”. Por si fuera poco, tuvo que lidiar allí mismo con una plaga de chinches.

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MINGO VENERO
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