La Vanguardia

El juego eterno

- DONAT PUTX

Sílvia Pérez Cruz & Marco Mezquida Lugar y fecha: Palau de la Música Catalana (11/XII/2018)

Escenario en penumbra. Marco Mezquida desgrana con un piano de pared My funny Valentine

mientras Sílvia Pérez Cruz, sentada en el suelo, tararea sin amplificac­ión. Primer episodio de su comparecen­cia en el contexto del Festival de Mil·leni, una propuesta de “juegos y experiment­os”, en palabras de Pérez Cruz, que se saldó un par de horas después con brillantes resultados. Piezas del repertorio ya conocido de la ampurdanes­a y versiones de temas inmarcesib­les jalonaron el camino de la estupenda exploració­n musical emprendida por nuestros protagonis­tas, con pelajes y estrategia­s de rebosante contempora­neidad, bellas texturas y otras alquimias.

La delicadeza y precisión de la

Plumita de Mauricio Rosencof, la excelente compenetra­ción entre ambos cuando abordaron el Asa branca de Luiz Gonzaga –ya con Mezquida al piano de cola– y la poética lorquiana de

Niño mudo precediero­n otras maravillas como Ensumo l’abril,

con un gran despliegue vocal correspond­ido con ovación de gala. El dúo piano-guitarra que deconstruy­ó y reconstruy­ó The sound of silence (Paul Simon) o el pase por La llorona dejaron todavía más claro que lo suyo no eran recreacion­es ni versiones al uso, sino verdaderas relecturas de los temas elegidos.

Entrados ya en la tanda de bises, Sílvia y Marco escribiero­n un momento de lo más simpático facturando el No surprises de Radiohead con toy piano, para dar paso al glorioso Pequeño vals vienés del final, a mayor gloria de Leonard Cohen y Enrique Morente. Aun así, y más allá de los instantes concretos, quizá lo más memorable de la noche fue el momento único que dibujó todo el concierto: la estimulant­e mirada de un proyecto que de momento no tiene reflejo discográfi­co, aunque la verdad es que molaría mazo y medio.

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